La torpeza y apuro evidentes con que el Gobierno intenta enderezar sus propios, groseros, errores políticos, muestra hasta qué punto le penetró el temor por un resultado inesperadamente modesto, escaso, en las primarias abiertas del próximo domingo 14.
Los vectores principales de ese temor son tres: una hipotética baja asistencia a esas internas; el aviso contundente en contra del kirchnerismo que ya dieron en Santa Fe los votantes de las zonas agropecuarias ; y la conducta que puedan tener los votantes influidos por el desairado aparato peronista del Gran Buenos Aires.
Frente a esas acechanzas, Cristina cuenta con la ventaja comparativa de una oposición que sigue sin perfilar un oponente nítido para la presidencial de octubre. Hay en los campamentos opositores una confusión que no se despeja. Pero nadie está dispuesto allí a caer sin combatir.
Entre referentes de las distintas ramas del peronismo opositor, más allá de las alianzas que hayan establecido de cara a la elección, hay contactos continuos, cooperación logística y hasta intercambio masivo de boletas, para la eventualidad de terminar promoviendo cortes y reformulaciones de lealtades. Sectores del macrismo se han sumado a esta marcha cuesta arriba.
Mientras tanto, el Gobierno busca emparchar sus burradas. Pero el forzado, casi furtivo, saludo de reconocimiento a Mauricio Macri por su triunfo rotundo en la Capital, fue un gesto neutralizado demasiado pronto por la absurda atribución a la influencia de los medios en el devastador resultado porteño. No fue la descalificación a los votantes que brotó rabiosa después de la primera vuelta, pero la esencia de la incomprensión y el desprecio al comportamiento de los electores no cambió demasiado.
Algo parecido se había evidenciado cuando los votantes de Santa Fe pusieron a Miguel Del Sel en un lugar de privilegio demoliendo al kirchnerismo, en una decisión que no podía explicarse desde el ideologismo hueco de tanto discurso oficialista.
Otro hito de esos tropiezos burdos fue el papelón de la marcha atrás con el proyecto de unificar los torneos de fútbol.
Un mamarracho para arreglar otro , donde el aislado laboratorio kirchnerista dejó impresa hasta la última de sus huellas digitales.
Si se quiere, las desventuras empezaron en la última semana de mayo, cuando explotó el escándalo de Schoklender y las viviendas de las Madres a las que los gobiernos de Néstor y Cristina destinaron 765 millones de pesos sin mayor control. El caso todavía espera una acción de la Justicia que permita atribuir y delimitar responsabilidades. En la jugada para tapar todo, sin lograr tapar nada , los involucrados sin excepción están todavía bajo sospecha.
Por cierto el kirchnerismo no es una fuerza política que vaya a ser recordada por sus sutilezas. Su mayor, casi única, muestra de sofisticación política, fue la notable habilidad con que la Presidenta supo conservar y acrecentar el enorme capital emocional que, trágicamente, le ofreció hace nueve meses su condición de viuda.
Hoy, entre tanto desbarajuste provocado por el autoritario cierre de listas que dejó tirados en la banquina a muchos dirigentes que acompañaron y sostuvieron las iniciativas de estos años; sumergidos en la desgracia electoral sucesiva de la Capital y Santa Fe y sin buenas noticias a la vista para este domingo en Córdoba; en la creciente sensación de un cambio de clima social respecto del Gobierno cuya profundidad y extensión todavía no es posible mensurar; lo que parece mantenerse todavía firme y vigoroso es ese vínculo emotivo de la Presidenta con una ancha franja del electorado . En ese pilar, tanto o más que en la solidez de los niveles de consumo, parece sustentarse la clara ventaja que le siguen atribuyendo las encuestas preelectorales.
Pero es la Presidenta, en persona, la que debe mantener el encantamiento . Depende cada vez más de ella misma y de su capacidad para no cometer errores y subsanar los de sus cortesanos, que por momentos desbordan toda lógica. Y debe hacerlo en un contexto en el que las alquimias políticas ensayadas desde laciudadela blindada de Olivos se han mostrado poco eficaces.
La cerrazón en el armado de las listas de candidatos le provocó ya rebeliones más o menos notorias en la mitad de las provincias. Y si se compara ese costo con los beneficios alcanzados en Capital, Santa Fe o lo que viene en Córdoba, el resultado es desolador. Los dirigentes de La Cámpora se han mostrado muy hábiles para conseguir acceso a fondos, contratos del Estado y candidaturas para sus parientes, amigos y militantes, pero hasta ahora fueron un fiasco como herramienta electoral.
Daniel Scioli, que es víctima principal del verticalismo cristinista , conoce el terreno cenagoso sobre el que está caminando. Rápido de reflejos, salió a felicitar a Del Sel, apoyó al peronista rebelde José Manuel De la Sota en Córdoba, visitó el aborrecido programa de Susana Giménez, reclamó que se libere la exportación del trigo para aliviar el reclamo urgente del campo, recorrió las intendencias del sur del Gran Buenos Aires buscando solidaridades y hasta hizo una caminata por el centro de La Plata con el intendente Pablo Bruera, que está desafiado en la interna por candidatos con patente cristinista. ¿Le alcanzará para sostener su ambición y la de la Presidenta en la interna del 14? ¿Cuánto le morderán el disciplinado colector Martín Sabbatella y el cazador de traidores Mario Ishii, quienes también van como candidatos con la boleta de la Presidenta? Muchas preguntas para un mismo día.
Frente a un clima que está mutando y con el relato haciendo agua por todos los costados , la Presidenta deploró en privado las críticas públicas que sus intelectuales de cabecera hicieron a la severidad, tristeza o aburrimiento que impregnó la campaña ultrakirchnerista en la Capital. Pero quiere, una vez más, un cambio estético para maquillar tanta grisura . Y parece haberle dado luz verde, también en este terreno, a Amado Boudou.
El ministro de la guitarra y la moto promueve el marketing de la alegría . Quiso armar un acto en Ferro con Cristina y esa nueva onda, pero las intrigas de palacio lo bajaron sin miramientos. Al final lo hará mañana en Obras, pero sin la Jefa. La variante Boudou parece una copia evidente, aunque vergonzante, de la estrategia de comunicación de Macri. Hasta empezaron ayer a sacar funcionarios y legisladores para timbrear casa por casa buscando adherentes para la interna del domingo 14. No suena extraño, entonces, que el gurú macrista Jaime Durán Barba haya definido a Boudou como “un buen candidato que sabe conectarse emocionalmente con los jóvenes” ¿De qué se van a disfrazar ahora los sacerdotes del nuevo relato cristinista? El problema de Boudou no es su imagen sino su palabra. Ayer tuvo la desgraciada idea de comparar el incómodo caso que involucra al juez Raúl Zaffaroni con el vergonzoso escándalo Schoklender.
A hacer política no se aprende de grande . Y el riesgo es que alguien, en algún momento antes de octubre, empiece a sumar como propios los goles en contra que cada día se hacen los adoradores de Cristina.
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