Justicia Mancillada
Justicia Mancillada
Por Jorge Omar Alonso
Tengo presente una nota que escribiera Licenciado Jorge Mones Ruiz refiriéndose al juez federal Norberto Oyarbide y a la que remito.
En aquella manifestaba que el referido magistrado: “no es homosexual… solamente… además, es puto” y continuaba con una aguda disquisición con relación a los términos “homosexual” y “puto”.
Con agudeza, decía comprender si algún varón optaba por una pareja: “con bigote, con peluca o plumero en el trasero, y en tanto y en cuanto no me obliguen a compartir sus gustos promulgando leyes inicuas”.
Por otra parte agregaba: “En el ámbito de su intimidad cualquiera puede hacer lo que mejor considere para sí, según sus tendencias, inclinaciones o “elecciones” (como dicen ahora los “constructivistas” de la propia identidad sexual). No juzgo…”
El quid de la cuestión abordada estaba en lo que representa una inmoralidad: “que cuando es pública deriva en escándalo y mancilla la dignidad de la persona, y en este caso un pilar de la República, la Justicia, y su supuesta Majestad”.
Es la cuestión de este juez federal: “asiduo cliente de un prostíbulo, “Spartacus”, local para putos como él”.
Y esto resulta incomprensible en quien debe “administrar justicia desde la Ética y la Moral, aplicando las leyes establecidas, según el derecho natural y el positivo (este último en armonía con el primero)”, así continuaba Mones Ruiz.
No podemos olvidar en este orden de cosas otro temita espinoso, como lo fue el alquiler de departamentos propiedad del juez Zaffaroni en los cuales se ejercía la prostitución.
Todo esto nos lleva a pensar en la crisis que afronta la justicia argentina.
No solamente crisis moral como se desprenden de los casos antedichos, sino también material como consecuencia de fallos controvertidos y deficiente administración.
Lo cual ha llevado a que la ciudadanía descrea de la justicia como un hecho incuestionable.
El juez Oyarbide recientemente reprendido por la Cámara Federal, es un ejemplo cabal de magistrado sometido totalmente al poder de turno, al que trata de proteger solícitamente en cada investigación en la que se ven envueltos funcionarios gubernamentales por casos de corrupción.
Y no es para menos, siempre fue amparado por el poder como cuando lo fue de ser enjuiciado por sus vínculos con prostitutos en el antro mencionado.
Otro episodio en “la vida loca” (como diría Ricky Martin) de este “señor” juez fue aquel video que recorrió el País, mostrándolo en actitudes impropias e indecorosas para el cargo que sustenta, y en un despliegue histriónico ofreciendo un espectáculo bochornoso junto a un bailantero.
Y para que no falte nada: la película.
Luciano Garbellano filmó una película -producida por él- sobre los clubes nocturnos para hombres que regenteaba y donde asistía habitualmente el juez Norberto Oyarbide, entre otros.
Esa película sería la versión cinematográfica del libro Spartacus, donde Garbellano revelaba los nombres de los famosos que eran habitués de los cabarets de hombres.
La cinta lleva el nombre de “El Juez” en alusión a Oyarbide.
Así está de mancillada la justicia argentina, pero nadie se ha dado cuenta.
En el universo del kirchnerismo cualquier aberración es sólo una anécdota.
Comentarios
Publicar un comentario