China en USA


Cuando la caballería llega desde China

Cómo la inversión del país asiático rescató a un fabricante de autopartes de EE.UU.



SAGINAW, Michigan—Asediada y afectada por una seguidilla de golpes durante la reciente recesión, esta ciudad comienza a levantar cabeza gracias a un impulso procedente de un lugar inesperado.
Nexteer Automotive, el mayor empleador industrial de Saginaw, estaba a punto de cerrar sus puertas hace menos de tres años, dejando en la calle a 3.000 empleados, cuando aparecieron los chinos. "Si su dinero ayuda a reconstruir la ciudad, no tengo ningún problema", reconoce el alcalde, Greg Branch.
Neil Blake para The Wall Street Journal
Empleados de Nexteer fabrican bombas hidráulicas. Los dueños chinos han incorporado tecnología de punta a la empresa.
En 2010, Pacific Century Motors, controlada por dos empresas chinas, Aviation Industry Corp. y Beijing E-town International Investment Co., compró Nexteer, un fabricante de autopartes, a su matriz, General Motors Co., por unos US$450 millones. Esta ciudad pasó de ser una exhibición del declive industrial de Estados Unidos a un caso de estudio sobre el impacto de las inversiones chinas en comunidades estadounidenses. "Había abundantes preocupaciones acerca de la llegada de los chinos" y el traslado de empleos a China, dice Matt Beaver, vicepresidente del sindicato United Auto Workers (UAW). "La gente tenía mucho miedo de que los chinos se quedaran con las patentes", añade.
Hoy en día, pocas personas en la ciudad se preocupan de los chinos. Al interior de una fábrica de 59 años en el extenso complejo de Nexteer, trabajadores retiran las anticuadas máquinas de Nexteer e instalan nuevos equipos para producir un sistema de dirección electrónica para la próxima generación de camionetas y vehículos deportivos utilitarios de General Motors. La empresa, conocida durante años como Saginaw Steering Gear, contrató más de 100 ingenieros en Saginaw el año pasado y está en busca de otros 80 este año.
Nexteer es una de las mayores inversiones industriales de una empresa china en EE.UU. Delegaciones chinas recorren otras partes de EE.UU. para realizar acuerdos similares. "Estamos cerca de ver una avalancha de acuerdos", señala Richard Walawender, de Miller Canfield Paddock and Stone, una firma de abogados que trabajó con los compradores de Nexteer.
Las empresas chinas privadas y estatales realizan inversiones en diversos sectores de la economía estadounidense, como autopartes, bienes raíces e hidrocarburos. Además de ofrecer a los compradores chinos la posibilidad de poner un pie en nuevos mercados, los acuerdos les dan acceso a la tecnología y técnicas de gestión estadounidenses, que en algunos casos pueden usar en los mercados chinos.
La inversión directa china en EE.UU. es una fracción de lo que representa en muchas otras naciones, pero crece rápidamente. Según Rhodium Group, una consultora de Nueva York, que hace seguimiento de las inversiones chinas en empresas estadounidenses y el sector inmobiliario, tales inversiones superaron los US$5.000 millones en 2010, frente a US$146 millones en 2003. Thilo Hanemann, director de investigación de Rhodium, espera que la tendencia se acentúe.
De todos modos, puede que los inversionistas y ejecutivos chinos se topen con obstáculos mientras aprenden a hacer negocios en el extranjero, dice Hanemann. "El mayor impedimento para las empresas chinas que invierten en EE.UU. es la falta de capacidad para operar en economías sofisticadas y altamente reguladas", asegura.
Las inversiones han despertado preocupación en algunos sectores sobre las amenazas a l mercado laboral en EE.UU., las ventajas tecnológicas estadounidenses y la seguridad nacional.
Los reguladores de EE.UU., por ejemplo, bloquearon una oferta de Huawei Technologies Co. para adquirir 3Com Technologies en 2008, luego de que los legisladores plantearan interrogantes acerca de si el acuerdo representaba una amenaza para la seguridad. Huawei dijo que cooperaría con las autoridades estadounidenses para disipar las dudas.
La presunta amenaza económica planteada por China sigue siendo un tema político candente, tanto en Michigan como en el resto de EE.UU. El mes pasado, los legisladores de varios estados industriales, incluida la senadora demócrata de Michigan, Debbie Stabenow, acusaron a los fabricantes de autopartes que operan en China de prácticas comerciales desleales que podrían amenazar los empleos estadounidenses. Sin embargo, muchos políticos en el cinturón industrial se centran en el lado positivo de las inversiones directas chinas. En Michigan, que ha perdido decenas de miles de empleos a raíz de los problemas de la industria automotriz, el gobernador del estado, Rick Snyder, y otros políticos tratan de captar inversiones chinas.
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El área de Saginaw, a unos 160 kilómetros al norte de Detroit, fue duramente golpeada por el declive de la industria automotriz de Michigan. La población del condado de Saginaw cayó 4,7% entre 2000 y 2010, para quedar apenas por encima de los 200.000 habitantes. El ingreso familiar mediano de US$39.364 al año estuvo 13% por debajo del promedio estatal en 2009. El desempleo alcanzó su máximo de 13,4% en julio de 2009, durante la recesión económica.
Las raíces de Nexteer, que ensambla sistemas que conectan el volante con las ruedas delanteras, se remontan a 1906 y a una empresa llamada Jackson, Church and Wilcox Co. La compañía fue comprada por Buick en 1909. Para 1917, se había convertido en la primera división de partes independientes de GM. En 1928 pasó a llamarse Saginaw Steering Gear. Saginaw y otras unidades de operaciones se escindieron de GM en 1999 como parte de Delphi Corp.
En 2005, en plena crisis de la industria automotriz en EE.UU., Delphi se acogió a la protección por bancarrota del Capítulo 11 de la ley, que permite la reestructuración de pasivos, recortó su producción estadounidense y se desprendió de miles de empleos del sindicato de UAW.
Robert Remenar, quien se ha desempeñado como presidente ejecutivo de Nexteer desde 2002, dice que Delphi estaba decidida a deshacerse de la operación. Señala que él vio eso como una oportunidad, ya que anticipaba un aumento en la demanda. Nexteer sólo necesitaba sobrevivir el tiempo suficiente.
Eso casi no sucedió. La venta a un grupo de capital privado no se concretó. Para 2009, Nexteer volvió a manos de GM. La automotriz planeaba vender o cerrar la operación, pero en septiembre de aquel año Remenar se reunió con los directivos de GM y los convenció de venderla a un "industrial chino", aunque asegura que no tenía a ningún comprador en mente. En julio de 2010, GM anunció la venta al grupo chino AVIC.
Los nuevos propietarios se hicieron cargo de la empresa cuando la industria automotriz mundial gravitaba hacia los mecanismos de dirección de alta tecnología. Las mejoras de la fábrica tuvieron por objeto permitir a la empresa proveer sistemas de dirección electrónica para vehículos de GM en los siguientes años. Un nuevo contrato con GM podría valer cerca de US$1.900 millones y sustentar unos 1.000 puestos de trabajo, sostiene Nexteer. La compañía también busca contratos con BMW AG, Ford Motor Co. Fiat SpA.

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