La Argentina de la pobreza estructural y dirigencial ( del blog riojaya.com)


Del blog riojaya.com

La Argentina de la pobreza estructural y dirigencial



A pesar de los datos favorables que muestran los números de la macroeconomía, la escasez de recursos muestra el verdadero estado de la situación social en nuestro país. Por qué la insuficiencia de ideas en quienes nos dirigen ha repercutido implacablemente en el aumento de la pobreza en nuestro país

Pasan los años, pasan los gobiernos, y la pobreza y la inflación no hacen más que subir y seguir generando una sociedad llena de necesitados, que no hace más que incrementar esa larga lista de “desaparecidos sociales” que han aparecido en la Argentina desde la época de la última dictadura militar hasta nuestros días.

La pobreza para organismos privados alcanza como mínimo a dos veces más de lo que señala el Indec, casi triplicando los datos oficiales sobre indigencia y marginalidad, lo que muestra la disparidad entre ambos números. Haciendo una comparación entre todos las cifras brindadas por los organismos privados, se puede ver que los argentinos con necesidades básicas insatisfechas trepa a más de 15 millones de habitantes, de los cuales casi 5 son indigentes, algo muy diferente a lo que dice el gobierno a través del organismo público comandado con mano férrea por Moreno.

El desinterés por el funcionamiento del Indec que trae aparejado la decisión de darle la responsabilidad del mismo a Guillermo Moreno, ha hecho que en la Argentina al no tener datos reales la manifiesta aplicación de un singular método para medir las principales cuestiones económicas del país, hay una completa desinformación e incredulidad sobre el aumento que han tenido los precios a lo largo de este tiempo. Esto existe porque no son reales los precios que marca el Indec, que dice que en los últimos dos años subieron menos de un 15%.

Se calcula que en lo que va de este 2001, se han fugado del país alrededor de 6.000 millones de dólares, lo que llevaría siguiendo con pronósticos de los más destacados economistas y consultoras nacionales, a que en este año se supere la barrera de los 15.000 millones de la moneda norteamericana que se vayan del país, dando cuenta que este es un fenómeno que sigue tan vivo como en los momentos de la crisis del 2008-2009.

Al día de hoy, es poca la oferta de soluciones principalmente de quienes tienen a cargo las funciones ejecutivas, sobre todo cuando se ve que la pobreza avanza y nada de hace desde el poder para frenar esta suba. D acuerdo a estudios privados, la pobreza en el territorio bonaerense alcanza a casi el 30% del total de la población. Mucho más del 13,5% que los analistas estiman para la Ciudad de Buenos Aires, territorio que conduce la “derecha” con Mauricio Macri a la cabeza.

El gobierno tiene un elevado nivel de subsidios a la energía y el transporte, para mantener bajos los precios del sector, pero que sólo hacen el gasto público se eleve en demasía y ponga en riesgo las arcas nacionales. Los especialistas en economía aventuran que si la situación económica nacional continúa como hasta el momento, en dos años estamos con los niveles de competitividad de finales de la convertibilidad, lo que resultaría fatídico para nuestro país.

Como se ve, nada se soluciona con el método del discurso y la excusa, características instauradas otrora por la Coordinadora Radical en el gobierno de Raúl Alfonsín, cuando permanentemente se justificaba y se trataba de defender lo indefendible a través del uso de los medios de comunicación, mientras el gobierno se iba por la alcantarilla.

La distribución de la riqueza no se ha dado de la misma manera en que se lo viene proclamando desde el oficialismo. El gobierno afirma que se trabaja para una mejor redistribución de la riqueza, y ha sido la bandera que ha sido enarbolada por el Ejecutivo en forma constante cuando se lo acusa de “quedarse con todas las riquezas del país”, pero la realidad marca que a los sectores más pobres y postergados de la población, dicha redistribución aún no ha llegado y su situación sigue siendo tan mala como antes, empeorada por la trepada inflacionaria.

Es hora de que los dirigentes argentinos, provengan del ámbito que provengan, se pongan a trabajar seriamente en dar una solución definitiva a los problemas reales de la población, que espera en forma ansiosa una respuesta a sus reclamos, tan ignorados desde la vuelta de la democracia en 1983, y que se ilusiona por un futuro en el corto y mediano plazo mejor para todos.

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