En línea, su reputación se vuelve cuantitativa




Por HOLLY FINN
[igoogle]European Pressphoto Agency







La reputación es un asunto engañoso. Solía ser una medida cualitativa sobre nuestro comportamiento, vital aunque vaga. Ahora se está volviendo cuantitativa. Pronto cada uno de nosotros podríamos tener un puntaje de reputación.
Empresas como PeerIndex, Twitalyzer, Talentag y PostRank (de propiedad de Google) ya aplican análisis en línea para establecer la magnitud del "capital social" de un individuo o una empresa. Esto significa, en términos generales, su influencia en línea. ¿A cuánta gente llega y cuántos realizan una acción a partir de lo que usted dice? ¿Es un predicador o un seguidor?
Al parecer hay un sinfín de mecanismos para medir el capital social. Cada empresa usa una combinación distinta de indicadores. Twitter, por ejemplo, le asigna un puntaje de reputación a cada usuario para parte de su fórmula "A quién seguir". Una empresa llamada Klout, fundada en 2008, usa información más pública.
Klout observa su comportamiento en un rango de servicios en línea, incluidos Facebook (lo que comparte, lo que comenta, a lo que le pone un Me gusta), LinkedIn (comentarios, me gustas) y Google+ (comentarios, republicaciones, 1+). Luego convierte su actividad social en la web a un puntaje de entre 1 y 100. Mientras más alto, más influencia. "Los más influyentes" reciben una banda dorada alrededor de su número. La empresa ha calificado más de 100 millones de perfiles públicos.
Incluso si no está mucho en línea, su reputación allí de todos modos podría afectarlo en otros lugares. Por ejemplo una mujer de 45 años, que se acaba de divorciar. Vive en una casa que no es suya, no ha trabajado en años y parece una mala candidata para un préstamo. Además es madre, voluntaria, de confiar. A través de datos en línea alternativos —quizás el blog de la iglesia a la que asiste— un puntaje de reputación podría generar una cifra que sea una medición más acertada de cuán confiable es. Algunos escenarios podrían ser más complicados, por supuesto. De cualquier modo, tener las amistades indicadas en línea, como fuera de Internet, es una buena idea. Lo que otras personas digan sobre usted importa cada vez más.
"Tendrás una calificación de reputación, y será usada para tomar decisiones sobre ti", me dijo Owen Tripp, cofundador y director general de operaciones de Reputation.com. La empresa de privacidad digital y reputación en línea ayuda a individuos, y algunas compañías, a tener una buena imagen en línea. Y acaba de recibir una patente estadounidense por su metodología de calificación.
Reputation.com hace toda clase de tareas, desde borrar menciones negativas en línea hasta eliminar datos privados de sitios de información que almacenan números de identificación, entre otros. Probablemente podríamos hacerlo nosotros mismos, si tuviéramos 55 horas al día y un íntimo amigo que sea investigador privado.
Hay una diferencia entre reconocimiento profesional y casual. La capacidad que tenemos usted y yo de hacer búsquedas en línea y "recrear de forma forense" a otras personas es muy alta hoy en día, afirma Tripp, "y el riesgo que estamos dispuestos a tomar con otras personas hoy es muy bajo". Así que dependemos de lo que está en línea, a menudo lo que está en la primera página de búsqueda, para tomar decisiones rápidas: a quién contratar, invitar a cenar, o prestarle dinero. Dos minutos de búsqueda en Google pueden volvernos confiados sin justificación.
Podemos encontrar a la persona equivocada. La Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos lo llama "el problema de los 27 Mohammeds". ¿Cómo distinguimos al terrorista de los 26 ciudadanos que cumplen con la ley? Un error podría afectar a muchas personas.
Incluso si damos con la persona indicada, el panorama podría ser engañoso. Las personas de entre 30 y 50 años, quienes son relativamente nuevas en el mundo de la tecnología, son especialmente vulnerables. Pero los más jóvenes que tienen la tecnología incorporada también podrían verse afectados. Durante el auge del contenido generado por los usuarios, a menudo han compartido más de lo que era conveniente.

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