Por Lucrecia Bullrich De la redacción de lanacion.com Foto: Ilustración: Sebastián Domenech
Laberinto político

Cristina frente a sus fantasmas

Por Lucrecia Bullrich
De la redacción de lanacion.com

Viernes 03 de junio de 2011 | 

Sergio Schoklender empezó y terminó la semana sorprendiendo. Hizo su primera aparición pública tras el escándalo que estalló con su renuncia a la Fundación Madres de Plaza de Mayo nada más y nada menos que con una entrevista al diario Clarín. No sólo contestó pacientemente las preguntas del medio más denostado por el Gobierno. También se dejó filmar mientras caminaba por los pasillos de la redacción.El kirchnerismo inventa, recrea y alimenta monstruos. Se sabe. Esta semana, volvió a chocar de frente con esa capacidad que ha convertido en una de sus marcas de agua cuando de construir poder se trata.
En ese primer diálogo público (toda una provocación para su ex jefa) dijo que sólo "trabajaba" para la constructora de las viviendas que Madres de Plaza de Mayo levantó con fondos públicos en los últimos años. Tres días más tarde, se supo que, lejos de ser un simple proveedor, es eldueño del 90 por ciento de las acciones de la empresa. Es decir, que, como apoderado de las Madres manejó millones de pesos que terminaron en las arcas de su propia firma. Tan sencillo como sospechoso. Irregular.
Más que en la conducta personal de Schoklender, que la Justicia investiga (aunque con una demora inexplicable), la clave está en el proceso por el que las Madres de Plaza de Mayo, las que dirige Bonafini, ganaron poder a partir de la llegada de Néstor Kirchner a la presidencia.
 
El poder del ex apoderado (valga la paradoja circular) deriva, justamente, de esa influencia creciente de las Madres. Los negocios sospechosos no habrían sido posibles si la Fundación no hubiera accedido al combo de grandes sumas de dinero y controles por demás laxos. Que hoy se investigue a Schoklender por lavado de dinero es consecuencia, entre otros factores, de que por sus manos hayan pasado millones de dólares salidos del Estado y de que nadie le haya hecho rendir cuentas por ello.
Schoklender se movió durante años a sus anchas en la Fundación. Julio De Vido primero se escudó en que el Ministerio de Planificación "sólo" deriva los fondos a gobiernos provinciales y municipales, es decir, que la obra pública se ejecuta de manera descentralizada. En rigor, la distribución se canaliza a través de la Subsecretaría de Vivienda y de la Subsecretaría de Obras Públicas, dos dependencias de su cartera. De Vido incluso denunció una "operación mediática" para perjudicar a las Madres.
Amado Boudou volvió a dar muestras de su kirchnerismo ciego. Habló loas de la libertad de prensa y despotricó contra una supuesta "muralla mediática" mientras él mismo tendía un cerco y dejaba fuera del acto que compartió con Bonafini a los medios no oficialistas.
Acorralado por las derivaciones escandalosas del caso, el Gobierno volvió a reaccionar tarde. Recién ayer Florencio Randazzo admitió que Schoklender "pudo haber defraudado" a las Madres de Plaza de Mayo.
Schoklender se sumó esta semana a la profusa colección de creaciones kirchneristas que terminan fagocitando el capital político que en algún momento les dio entidad y poder y se vuelven un bumerán filoso para el Gobierno. Esa extraña tierra en la que Hugo Moyano es rey, Guillermo Moreno, otro de sus primeros habitantes, volvió a hacer ruido (aunque mudo) esta semana.
A través del diario Página 12, el Gobierno hizo trascender el contenido de un informe con el que pretende legitimar la intervención del Indec que Moreno lidera desde 2006. Ese documento, un compendio de supuestas irregularidades que ya fueron investigadas por la Justicia, se presentará con la acostumbrada pompa de los "grandes" anuncios kirchneristas. El informe, "Indec, la verdad", es homónimo del que en su momento se elaboró para difundir el relato oficial sobre el caso Papel Prensa.
El crecimiento que experimentó La Cámpora desde la muerte de Néstor Kirchner es la muestra más clara de que la dinámica que asocia al kirchnerismo con el célebre Victor Frankenstein está intacta. ¿Podría la influencia que a raudales están ganando los kirchneristas sub-35 volverse en algún momento una amenaza para Cristina Kirchner? Sólo el tiempo traerá respuestas. Mientras tanto, el Gobierno seguirá sufriendo las consecuencias de sus (propias) obsesiones

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