Nadie puede estar por encima de la ley


En la madrugada del domingo la policía del Aeropuerto John F. Kennedy de Nueva York detuvo, tras bajarlo de la cabina de primera clase de un vuelo que partiría hacia Francia, a Dominique Strauss-Khan, director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) y posible candidato a la presidencia de Francia en los comicios del próximo año.
La causa de la detención fue la denuncia de una camarera de habitaciones de un hotel en Manhattan, donde Strauss-Khan estaba hospedado en una suite de lujo de tres mil dólares por noche. Según la denuncia, ella limpiaba un pasillo cuando el acusado, desnudo, la arrastró a la habitación y pretendió violarla. Después de varios forcejeos la camarera habría logrado escapar y avisar a sus colegas, quienes dieron la alarma.
Al llegar la policía la habitación estaba vacía, pues el huésped había salido rumbo al aeropuerto. Olvidó en el hotel su teléfono celular. La policía buscó evidencias y tomó muestras que podrían servir para la identificación por ADN.
En el momento de escribir estas líneas ya la camarera, definida como buena trabajadora por la gerencia del hotel —y que posiblemente no gane en todo un mes lo que pagaba su presunto agresor por una noche de hotel— había prestado declaración en la comisaría, donde se esperaba que declarara el acusado con su abogado. La jueza de Nueva York que instruye el caso de presunto intento de violación contra Strauss-Kahn, denegó el lunes su libertad bajo fianza y fijó para el 20 de mayo su próxima comparecencia ante ese tribunal.
Naturalmente, Strauss-Khan es inocente hasta que se pueda demostrar que es culpable, y en caso de serlo deberá responder por sus actos. Si se demostrara que la camarera que le denunció inventó la acusación, ella no pasaría por momentos agradables.
Cuando en un país funciona un verdadero Estado de Derecho nadie está por encima de la ley, ni una humilde camarera de hotel ni un poderoso director gerente del FMI.
Todo esto viene a colación para destacar que ante una justicia limpia y seria no importan nombre y cargo de acusados y acusadores: todos están obligados a cumplir la ley y responder ante los tribunales por las violaciones que puedan cometer.

Y aquí viene la comparación. Mientras al poderoso director gerente del FMI se le detiene a bordo de un avión a punto de despegar y se le lleva a una comisaría para poderle tomar declaración por las acusaciones de una empleada del hotel, los policías del Parque Vidal que participaron en la detención ni siquiera han sido identificados ni mucho menos han declarado una sola palabra sobre el incidente.


Todos los argentinos son iguales ante la ley, pero algunos son mucho más iguales que otros. Esa es una diferencia sustancial con un verdadero Estado de Derecho democrático, donde nadie está por encima de la ley, ni una camarera, ni un policía, ni un director gerente del FMI ,ni presidente , ni presidenta, ni legisladores , ni extranjeros con valijas llenas de dolares malhabidos,ni parricidas, ni secretarios de transporte, ni gremialistas, ni tantos que no caben en esta lista........

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