Por Guillermo Cherashny para el Informador Público
Ayer señalamos que la eclosión del escándalo Schoklender estaría vinculada a un alerta que la DEA le habría hecho llegar al Gobierno Nacional. El asunto habría quedado en el mayor secreto hasta que la Presidente la llamó a Hebe de Bonafini para indicarle que despidiera al parricida de su cargo de apoderado de la Fundación de las Madres. Dos semanas después, tomó estado público el “Bonafinigate”. Una versión originada en Miami consigna que una Fiscalía General del Sur del Estado de la Florida habría detectado 4 ó 5 propiedades a nombre del parricida y de algunas de las seis sociedades controladas por éste. Más grave todavía sería otra información, originada en las mismas fuentes, sobre la existencia de una cuenta en un banco venezolano con 2 millones de dólares. Las titulares de la misma serían Hebe Pastor de Bonafini y Alejandra, su hija menor. Según fuentes de inteligencia americanas ese depósito de la Bonafini estaría vinculado al tráfico de drogas entre las FARC colombianas y Sergio Schoklender. Éste gerenciaría el mercado local en el Bajo Flores, la Avenida Castañares, el Club Albariños, el Parque Indoamericano y Villa Oculta. El parricida se hacía respetar mediante una patota armada con la que se trasladó al Chaco a intimidar a obreros de la construcción que trabajaban para Sueños Compartidos en esa provincia.

Por qué perdimos la guerra contra la droga
Coincidentemente, el titular de la UIF, Julio Sbatella, condenó duramente al GAFI después de aceptar que éste le impusiera a la Argentina una ley de lavado de dinero como delito autónomo. Los ataques a los EE.UU. y al GAFI por parte de funcionarios kirchneristas no son casuales. La Presidente tendría ya asumido que desde Washington se alimentan todos los días las llamas del escándalo. Indudablemente, el kirchnerismo se siente acorralado por estas investigaciones. Así es que se estarían presentando dos ejes. Por un lado, Sergio Schoklender y sus secuaces se apoderaron de partidas destinadas a obras públicas para gastarlas en todo tipo de inmuebles, automóviles, yates y aviones. Pero además, esta fabulosa logística se habría acondicionado para el tráfico de drogas a escala internacional y local. Todo contando con protección en la Casa Rosada. Recientemente, en un acto de sincericidio del Jefe de Gabinete, Aníbal Fernández dijo: “la droga nos ganó la guerra”. Habría que precisar si, en verdad, la droga le ganó al Gobierno o gente muy cercana al kirchnerismo trafica drogas con la protección del Gobierno Nacional. El anterior escándalo del avión tripulado por los hermanos Juliá, del cual se secuestró en Barcelona una tonelada de cocaína cargada a la vista de las autoridades de la Fuerza Aérea en la base de Morón, es un antecedente que habla por sí solo

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