Crisis y el liderazgo de EEUU

El fantasma del default

La crisis jaquea el liderazgo de EE.UU.

Auguran un deterioro de su poder global

Domingo 31 de julio de 2011 |
Silvia Pisani
Corresponsal en EE.UU
WASHINGTON.- Difícil recordar un momento en el que la capital del poder diera imagen de tanta precariedad.
Desde hace días, el mundo observa a Estados Unidos, el país más influyente en la economía global, con incredulidad ante la posibilidad de que se arroje al precipicio del default y haga explotar una bomba de impredecible capacidad expansiva sobre las ya castigadas finanzas internacionales.
"No es el crédito, sino la credibilidad norteamericana la que está en juego -sentenció el influyente diario The New York Times en un editorial-. La gente merece algo mejor que este penoso espectáculo."
"Si algo se comprendió ya es lo frágil de la situación", sintetizó Moisés Naim, investigador del Carnegie Endowment for International Peace.
Atrapados por el cálculo político, el Congreso y la Casa Blanca pusieron en riesgo, como nunca, la solución a la "tremenda crisis" que, según sus pronósticos, se abriría en caso de dejar al gobierno desprovisto del permiso necesario para emitir deuda pública y así mantener en funcionamiento un Estado que, ya desde hace rato, gasta más de lo que recauda.
Ante la desesperación, hay quienes insuflan oxígeno con el argumento de una prolongación de la agonía. "El tiempo se está acabando, pero creo que el hacha no necesariamente caerá en la medianoche del martes, creo que hay margen para unos días más", dijo, en lo peor de la incertidumbre, José Gabilondo, de la Florida International University, en diálogo con LA NACION.
"Que quede claro: serían sólo unos días más luego de pasado mañana. No hablo siquiera de semanas; sólo días", subrayó el experto, que basó la posibilidad de estirar el plazo en la buena suerte de una recaudación mejor a la esperada, y en aprovechar "a fondo" los márgenes de discrecionalidad del Departamento del Tesoro.
Al margen de su definición, la crisis cobró ya un buen precio al sistema norteamericano. En palabras de Obama, puede que el país salve el honor de su crédito, pero ya puso seriamente en duda que merezca una "triple A" en política, y es ella -la política- la que rige sobre la economía.
Eso, con el agravante de que la crisis es autoinfligida, y no producto de una fuerza exterior. "Es, sobre todo, una crisis política y no económica. Uno de esos momentos cruciales en una gestión", dijo a LA NACION Darrell West, experto en cuestiones de gobernabilidad en la Brookings Institution.
"Cuando se hace evidente que el sistema se muestra incapaz de solucionar un problema vital, bien se puede pensar que está quebrado -añadió-. Pero eso no significa que el daño no pueda repararse."
La crisis deja heridas en lo político y abre serios interrogantes en lo económico, con pronósticos que van desde el "trauma" por una degradación de la calificación crediticia, hasta las "muy pero muy serias consecuencias financieras locales e internacionales" de las que habló el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Menos explorado, hasta ahora, ha sido el impacto político de una situación que expuso tanto la torpeza del Congreso para alcanzar soluciones como las paralizantes pujas internas que sacuden a los republicanos, sometidos al fanatismo del Tea Party, y los demócratas, expuestos a la falta de cohesión a la hora de perseguir un objetivo desesperado.
"Con ser grave, lo del Congreso no es novedoso: es una de las instituciones con menos prestigio de este país", matizó West. Más inquietante, por impredecible, es el papel que desempeña el Tea Party, movimiento ultraconservador que, en noviembre pasado, ganó decenas de bancas.
Fuerza
En las últimas elecciones, el Tea Party se enancó sobre los republicanos con la promesa absoluta de "limpiar Washington", acabar con la clase política tradicional y devolver el protagonismo al pueblo, como una romántica reedición de la revolución fundacional norteamericana.
Todo, con el lema de "no subir los impuestos ni un centavo si no se baja el gasto". Hoy, menos de un año después de aquel salto, el Tea Party tiene tal fuerza que logra acorralar a las figuras más moderadas, como muestra el débil liderazgo que tiene ya el presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner. "Si algo grave estamos viendo ahora es el poco espacio que hay para la moderación", sentenció The New York Times.
Los analistas definieron el momento como de "disfuncionalidad política". Los norteamericanos, mucho más llanos y bastante más indignados por la forma en que se está jugando con su futuro, protestan por dirigentes que "lo único que buscan es salvar la cara y ganar elecciones".
Más grave aún es la forma en que esta crisis puso en duda el liderazgo de Obama, que ha sido percibido como "demasiado blando y dispuesto a hacer concesiones por propio y extraños". Su aprobación acaba de caer al piso inédito del 41%, de acuerdo con una encuesta del reconocido Instituto Pew. "La gente no lo ve resolviendo el problema, no lo percibe dando una idea de estar al timón", dijo John Vincent Weber, ex parlamentario republicano y hoy consultor político.
El propio Obama adoptó un fuerte perfil autoexcluyente al sostener que es el Capitolio "el que tiene suficiente poder" como para resolver la crisis. En contra del consejo del ex presidente Bill Clinton, la Casa Blanca rechazó la posibilidad de que el mandatario resuelva la crisis por decreto. "No está en consideración la posibilidad de apelar" al recurso de la acción directa presidencial que contempla la enmienda número 14, dijo el vocero de la Casa Blanca, Jay Carney.
Obama puede argumentar lo que quiera, pero si este problema no se resuelve, "la responsabilidad recaerá más sobre él que sobre el Congreso", matizó Weber.
La política pasa esas facturas, aunque, como no se cansan de recordar los demócratas, la dificultad fiscal es también responsabilidad de los republicanos, que ahora simulan olvidarlo y ponen precio a su apoyo. Una combinación de guerras, reducción de impuestos y la crisis de 2008 -todo ello, bajo la presidencia de George W. Bush- figuran entre los principales factores que llevaron al país a semejante deuda.
Pero las responsabilidades son compartidas. En enero de 2009, cuando Obama asumió el poder, la deuda norteamericana era de 10,6 billones de dólares. Dos años después, bajo su gestión, llegó al techo histórico de 14,3 billones. Meses atrás, el FMI advirtió que esa dinámica era "insostenible".
"No son situaciones de la misma gravedad, pero tanto una baja de la calificación de deuda norteamericana y más aún un default son situaciones que no entran en el imaginario colectivo", dijo Gabilondo.
Mucho del futuro depende de cómo reaccionen factores que no están bajo el control de la Casa Blanca. "China tiene más de un billón de dólares en bonos de deuda norteamericanos. Hay que ver cómo reacciona -añadió-. Si los acreedores se impacientan, la situación será más difícil."
Ya se sabe. Todos tiemblan cuando el gigante se tambalea.
DEUDA
US$14,54 billones
  • 22,3 
    Segundos 
    es el tiempo que tarda la deuda en aumentar US$ 1.000.000
  • 5% 
    De la deuda 
    se llegaría a cubrir si se hubieran gastado US$ 1.000.000 diarios desde el nacimiento de Cristo
  • US$ 14,8 
    billones 

    es el PBI norteamericano , la mayor economía mundial
  • 311,8 
    millones 

    de habitantes tiene Estados Unidos
  • US$ 46.662 
    es la deuda por habitante
  • US$ 130.115 
    es la deuda por contribuyente
  • 36.000 
    seguidores 

    en Twitter perdió Obama anteayer
MAYORES PARTIDAS PRESUPUESTARIAS (en millones de US$)
  • Medicare/Medicaid 823.467
  • Seguridad social 715.946
  • Defensa/Guerras 702.221
  • Gastos sociales 421.328
  • Intereses netos de la deuda 213.096
  • Jubilaciones 213.080

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