Brasil

  














El ejemplo de Brasil
Sexta economía del mundo, el país vecino sigue creciendo, creando puestos de trabajo y apostando al largo plazo y al futuro



BRASIL es ya la sexta economía del mundo. Y sigue creciendo, con optimismo empresario, apostando fuerte a su futuro y con fe en sus propias fuerzas y realidades. Por todo esto, pronto será la quinta economía del mundo, superando a Francia, si, como está previsto, recobra las tasas de crecimiento del orden del 5 por ciento que fueron normales en la década pasada. Con estabilidad, el año pasado Brasil creó 2,3 millones de puestos de trabajo y opera con una tasa de desocupación del 5,2 por ciento, medida con honestidad, es decir, sin las caprichosas distorsiones a las que estamos acostumbrados.
Institucionalmente, Brasil ha evitado las concentraciones excesivas de poder y cuenta con un Poder Judicial independiente e imparcial, que no está sometido al poder político. La oposición cumple su rol y pesa en el actuar del Poder Legislativo. La libertad de prensa es una realidad y está garantizada.
Nuestro vecino exporta alrededor de 220.000 millones de dólares y cuenta con reservas del orden de los 350.000 millones de dólares. La inversión pública brasileña en infraestructura fue de unos 77.000 millones de dólares, en un esfuerzo de modernización que es indispensable para afianzar la marcha de un país que apunta, confiado, a convertirse en una de las potencias del mundo, sueño que es compartido por todos sus habitantes. El saldo de su balanza comercial es fuertemente positivo, de unos 27.000 millones de dólares.
En lo social, los cambios son también profundos. En la última década, la pobreza en Brasil se ha reducido del 35 por ciento, en 2001, al 24 por ciento, en 2008, y la marcha por disminuir las desigualdades de ingresos sigue adelante. Hoy la clase media brasileña es ya más de la mitad de su población.
En 2008, Brasil pasó de ser un país "deudor" internacional a ser uno de los actuales "acreedores". En su realidad, atrae a lo sustancial de la inversión extranjera en la región y tiene también el mercado bursátil más importante de América del Sur, que además es el cuarto del mundo.
Como está en un círculo virtuoso, Brasil no es considerado parte del "problema" desatado por la crisis que estalló en Europa, sino más bien parte de la solución. Su creciente demanda interna, sumada a las de China, la India y otros países asiáticos, seguramente hará una contribución sustancial a la reactivación de la economía mundial. Su visibilidad crecerá como resultado del éxito de sus esfuerzos, y porque será sede del Mundial de fútbol de 2014 y de los Juegos Olímpicos de 2016.
Nuevo granero del mundo, el mayor productor mundial de azúcar, de café y de jugo de naranja, Brasil, además de importante productor industrial y minero, va ahora camino a ser una potencia petrolera. No sólo eso; es ya el sexto productor de cacao y cuenta con el stock de ganado más grande del mundo: unos 200 millones de cabezas. Así se ha transformado en el mayor exportador mundial de carnes rojas, con casi cuatro veces más volumen que la Argentina, que en los años 60 tenía el 25 por ciento del mercado mundial de carnes rojas y hoy apenas tiene el 4.
Por fin, Brasil es también el mayor exportador del mundo de carne de pollo. En materia de soja, es el segundo exportador, superado sólo por los Estados Unidos, y asimismo el tercer mayor exportador de maíz en el mundo. En materia de etanol es el mayor de ese producto, derivado de la caña de azúcar.
Nuestro vecino es nuestro principal socio comercial. Comparado con la Argentina, Brasil en 1998 exportaba 1,9 veces más que nosotros. Hoy, esa brecha es de más del triple. Si en el pasado dependía de nuestras exportaciones alimenticias en algunos importantes rubros, hoy casi no ocurre. En los años 60, los dos países tenían una superficie sembrada con granos muy parecida. Hoy nuestro país está en unos 26 millones y ellos, en casi 50 millones. Medida en volúmenes, la historia es similar: en los 80 comenzaron a dejarnos atrás y hoy la Argentina está muy por detrás de un Brasil que supera los 150 millones de toneladas. Ocurre que los brasileños tienen una política que incentiva claramente el agro. Nosotros, una que, en cambio, lo asfixia sistemáticamente, para así poder transferir, más o menos disfrazadamente, recursos a otros sectores. Brasil piensa en el largo plazo y la Argentina, en cambio, en el corto. Brasil, además, apunta prioritariamente hacia adelante, en lugar de caminar mirando hacia atrás, pendiente de su pasado. Los resultados, en términos relativos, están a la vista. Lo de Brasil es ciertamente para celebrar e imitar en algún momento..

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