Argentina y Brasil se preguntan cómo competir con China












Por:  11 de septiembre de 2012
Está claro que el crecimiento de China ha impulsado los precios y la demanda de materias primas, principales productos de exportación de Sudamérica. Pero con su expansión también han irrumpido tres problemas. El primero, cómo lograr que Latinoamérica le venda bienes con mayor valor añadido a la fábrica del mundo. El segundo, de qué modo protegerse frente a la penetración de manufacturas chinas que destruyen lo que queda de la industria en la región. El tercero, cómo evitar que esos productos baratos y de buena calidad desplacen a los latinoamericanos de terceros mercados, ya sea en el propio vecindario, en EE UU o la Unión Europea. De todo esto se discutió ayer en una jornada de reflexión sobre la expansión económica de China y los desafíos productivos y comerciales para Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela), que organizaron este lunes la Universidad de Buenos Aires (UBA) y la Fundación Friedrich Ebert, de la socialdemocracia alemana, en la capital argentina.


“China es una fuente de preocupación, desafíos y oportunidades”, admitió Pablo Grinspun, director general de Mercosur del Ministerio de Relaciones Exteriores argentino. “Preocupación por la especialización del comercio: exportamos poco valor agregado e importamos alto contenido tecnológico. El desafío es cómo revertir este patrón que en el siglo pasado tuvimos con los países desarrollados. También es un desafío para Argentina el aumento del déficit comercial con China”, reconoció Grinspun. El rojo comenzó en 2011 y contrasta con el superávit que mantienen con el gigante asiático tanto Brasil como Chile. México, en cambio, también sufre un déficit. “Hay un desplazamiento de productos argentinos por parte de China en el mercado regional y en otros mercados. Cuando esto se sucede en Brasil, buscamos con nuestro socio las causas y las soluciones. También adoptamos medidas defensivas para proteger el mercado nacional, como la reciente subida del arancel externo común de Mercosur y la articulación de medidas de defensa comercial (antidumping). Pero además tenemos una agenda ofensiva. En noviembre haremos una misión comercial conjunta (del bloque) a Shanghai”, añadió el hijo de quien fuera ministro de Economía del Gobierno de Raúl Alfonsín (1983-1989), Bernardo Grinspun. Por último, destacó que China y Latinoamérica comparten posiciones en política internacional.
El embajador brasileño en Buenos Aires, Enio Cordeiro, comenzó por destacar los beneficios que ha traído China a la región: “La demanda china aumentó los precios de las materias primas y la demanda de productos brasileños. China es también proveedora de inversión en los países en desarrollo, pero básicamente en sectores exportadores de materias primas. Este proceso contribuye a la reprimarización de estas economías”. A diferencia de lo expuesto por Grinspun, Cordeiro opinó que Mercosur carece de “una estrategia común frente a China”. Y sugirió que los países del bloque adopten juntos medidas para elevar la competitividad y reducir los costes. “¿Es posible exportar productos industriales a China? Sí, el 70% de sus importaciones son de productos industriales. El problema es que entrar en el mercado chino es más difícil que entrar en Argentina y Brasil”, señaló Cordeiro, en alusión a las dos economías latinoamericanas que más protegen sus fábricas. “En China hay una escala tarifaria a la que estamos poco acostumbrados a ver. Por ejemplo, el país quiere tener su propia industria de molienda y solo busca importar granos. Lo que hay que hacer es entrar en las cadenas de producción asiática. Brasil solo vende productos industriales en Argentina y viceversa. Sin el arancel externo común de hasta el 35% no venderíamos ni en la propia casa. El problema central no radica en China sino en casa. El mismo modelo de coche producido en Brasil cuesta el doble que en Europa. Además, nuestros coches parecen carrozas del siglo pasado. El esfuerzo para competir no solo implica subir el arancel sino también mejorar la carga tributarialas tasas de ahorro e inversiónla infraestructurael tipo de cambio”, concluyó Cordeiro una exposición que levantó polémica. Otros oradores lo contradijeron y consideraron que no se pueden igualar los costes de China, más allá de que éstos han subido en los últimos años.

“El desarrollo reciente de Latinoamérica se basa en parte en la demanda de China, que también ayudó a diversificar el destino de las exportaciones”, destacó el director de la Ebert en Argentina, Achim Wachendorfer. “¿Pero se profundiza la matriz productiva de Latinoamérica? ¿Eso no crea una nueva dependencia?”, se preguntó Wachendorfer.
“Los productos chinos desplazan en Argentina bienes finales que antes proveía Brasil y en Brasil reducen la integración nacional (cantidad de insumos locales) de bienes”, describió un economista de la Asociación de Industriales Metalúrgicos de Argentina, Fernando Grasso. Con la irrupción de China en el comercio mundial en la década pasada, “el problema histórico del deterioro de los términos del intercambio de Latinoamérica”, es decir, materias primas baratas y manufacturas caras, “se revirtió”, pero este fenómeno conllevó la llamada enfermedad holandesa. El ingreso de divisas por las exportaciones primarias apreció las monedas latinoamericanas, lo que desalentó la producción de bienes industriales en la región. Grasso abogó, “más allá de las críticas que uno puede hacer”, por la política de administración del comercio, es decir, barreras contra la importación, como las que aplica el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Pero el economista metalúrgico advirtió que, si bien Argentina ha evitado una crisis industrial, “el problema estructural continúa” y radica en un déficit comercial de manufacturas con el mundo que en 2011 alcanzó los 23.481 millones de euros. “Veo complejo que nos insertemos (en los mercados donde compite China) vía precios”, respondió Grasso al embajador brasileño. “El mundo no quiere comprarnos materias primas con valor añadido”, aludió a las barreras arancelarias y no arancelarias que imponen China o la UE al ingreso de alimentos elaborados. “La única estrategia posible es la regionalización. Desarrollar un mercado interno con cantidad y calidad suficientes. Seguir bajando los costes va a generar un mayor deterioro de las condiciones sociales”, alertó Grasso.
Un economista del brasileño Instituto de Pesquisa Econômica Aplicada (IPEA), Marcos Cintra, coincidió con su par argentino de que resulta imposible que Sudamérica baje sus costes al nivel chino. Comenzó por dar el ejemplo de que producir un pantalón de algodón cuesta 33,66 euros en Brasil y solo 3,91 en China. “La diferencia asusta. Ha habido una transferencia tecnológica brutal en China que nos ha dejado afuera. Hacer el trabajo en casa es más difícil”, le contestó el analista de IPEA, un centro de pensamiento dependiente del Estado brasileño, al embajador de su país en Argentina. “No es posible rebajar los precios en Brasil. Tenemos que profundizar la integración regional, incluida la infraestructura”, concluyó Cintra, en coincidencia con Grasso.

La directora del Centro de Estudios de la Estructura Económica de la UBA, Marta Bekerman, planteó que la aparición de China puede ser vista de manera positiva porque establece un nuevo orden latinoamericano menos dependiente de EE UU, pero también se la puede observar de forma negativa, dado que crea una nueva dependencia. Bekerman señaló que solo dos productos concentran más del 70% de las exportaciones de Argentina, Brasil y Chile a la segunda economía del mundo. Por ejemplo, en el caso brasileño, el hierro y la soja. En el argentino, el grano y el aceite de soja. No por nada en los últimos años, los cultivos de esta oleaginosa en Argentina han ganado terreno sobre los de trigo. A su vez, la maquinaria china ha desplazado a competidores de EE UU y la UE en Argentina, Brasil, Chile y México. A su vez, productos textiles, ordenadores y monitores brasileños han sido reemplazados en Argentina por los del gigante asiático. Y textiles y acero argentinos han sido sustituidos en Brasil por los chinos. Para colmo, “los brasileños dicen que exportar a China es más difícil que a Argentina”, finalizó Bekerman.
Samuel Pinheiro Guimarães, que renunció el pasado junio a su cargo de alto representante de Mercosur por la presunta “falta de apoyo” del bloque, también opinó que será “difícil” competir con China. “Solo el 25% de las exportaciones de China son de empresas chinas. El resto, de multinacionales. Pero las multinacionales no hacen lo que quieren sino que lo que quiere el Estado, que les da subsidios e incentivos. ¿Nosotros vamos a enseñar a General Motors en Brasil a aumentar la productividad? No me hace sentido. ¿Para que compita contra China, adonde ya está? Se pueden reducir los impuestos y los derechos de los trabajadores, como está haciendo Europa. Así no debe hacer Mercosur”, alertó Pinheiro. El exfuncionario brasileño también se refirió a la propuesta que formuló el pasado junio el primer ministro chino, Wen Jiabao, en Buenos Aires para estudiar la factibilidad de un tratado de libre comercio (TLC) con Mercosur. “En este momento de crisis (mundial), los TLC con EE UU, la UE o China consolidarían rebajas de aranceles industriales. Significaría terminar con las industrias que hoy ya no son competitivas, sin conseguir acceso para nuestros productos agrícolas. Grandes multinacionales exportan materias primas desde aquí hacia China, no les interesa el procesamiento industrial. Hay que negociar con China cupos para que importen bienes industriales y que sus empresas hagan aquí el procesamiento”, propuso Pinheiro.

Félix Peña, profesor de la Universidad de Tres de Febrero (Argentina), criticó que Mercosur no haya respondido ni que sí ni que no a la propuesta de Wen. “La idea de un estudio de factibilidad no implica que se vaya a negociar”, aclaró Peña. “No responder tiene sus costes”, añadió el también director del Instituto de Comercio Exterior de Standard Bank Argentina, en referencia a los múltiples acuerdos comerciales que se multiplican en Asia. Peña recordó que Wen habló en Buenos Aires, junto a Fernández y en teleconferencia con los presidentes de Brasil, Dilma Rousseff, y de Uruguay, José Mujica, sobre la “necesidad de aumentar el comercio a través de diferentes acuerdos” y anunció que en cuatro años se duplicará el intercambio entre su país y Mercosur.
Carlos Moneta, catedrático de la UBA y de la Universidad de Tres de Febrero, sugirió que Brasil y Argentina busquen penetrar en China a través de otros mercados de Asia, como Hong Kong, Taiwan, India, Corea del Sur y otros del sudeste de ese continente. También recomendó el estrechamiento de lazos con la comunidad china en Argentina, que alcanza las 120.000 personas. Además señaló que China juega un papel cada vez más activo como “gran actor financiero”, no solo por sus abultadas reservas internacionales sino también porque aumenta su poder en organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial. “China tiene la posibilidad de cambiar las reglas de juego del sistema financiero internacional”, puntualizó Moneta.

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