Basta de boludeo*

Basta de boludeo*

domingo, 03 de febrero de 2013
 *Boludeo, argentinismo aceptado por el Diccionario de la   Española en 2002, que significa “perder el tiempo”. La aclaración es necesaria ya que personalmente no creo que las palabras sean buenas o malas, no conllevan carga moral; pueden ser acertadas, precisas, justas o todo lo, pero nunca buenas o malas.Por Malú Kikuchi 
 

Sólo son la forma oral que ayudan a expresar ideas, y estas si puedan ser buenas o malas. Insisto, no es una guarangada gratuita  de las que se usa y abusa en estos tiempos, es una exacta definición, del deporte nacional argentino.
 
Me refiero a la pérdida de tiempo. Hace años que nos dedicamos con pasión a perder el tiempo, el nuestro, el de los otros y el del país. Pero últimamente nos estamos excediendo, no hacemos otra cosa.  Los que apoyan al , los que lo detestan, más los indiferentes, es decir los 40 millones de argentinos, tienen un único tema de conversación política: Cristina.
 
Qué se puso Cristina, cómo se peinó Cristina, qué dijo, qué no dijo, si habló por “condena” nacional o si se dio cuenta que el saturar audios y pantallas le resta puntos en las . Si desde que empezó el 2013 se dedica a tuitear, qué dicen los los tuits, si le contesta a Darín que hizo una reflexión común a todos a los argentinos, ¿cómo se incrementó el patrimonio K en 9 años en forma sideral desde el gobierno? (nos encantaría tener la receta) y nunca se comunicó con los familiares de las víctimas de Cromañon o del Once.
 
Si viaja a países no convencionales a los que aparentemente no les vendemos nada, pero que curiosamente todos tienen algo en común: . Que entonces los DDHH no le importan,  eso se deja para Argentina, la década de los 70 y para los “maravillosos  muchachos idealistas”. Que si está demoliendo rápido todo lo que heredó políticamente de Néstor, que si su vice (elegido por ella) es un impresentable personaje sospechado de corrupciones hasta ahora inéditas (en un país generosamente corrupto), que si Cristina esto, o aquello, o lo de más allá.
 
Todo empieza y termina en Cristina,  y omega, principio y fin de todas las cosas, como el Dios que nos enseñaba el catecismo. Mientras el US$ blue llega a 8 y subiendo, la inflación galopante nos recuerda los finales de Alfonsín. Nos hacemos amigos de ¡Irán!, que no cree en el poder judicial argentino en Argentina, pero sí cree en nuestro poder judicial en Irán. Hablamos cordialmente con los que pareciera son responsables del peor atentado terrorista sufrido por el país, ¿pero no podemos hablar con los habitantes de Malvinas?
 
El peso se ha convertido en una moneda , sólo se usa de entre , y Kiciloff, y la Cámpora y fútbol para todos, pero no hay  para los  o para sanear el Riachuelo. Y Zaffaroni y Randazo y las 5 centrales obreras. Y sueños compartidos, robos exclusivos. Seguimos comprando el último escándalo  (que dura poco, hasta que llega el próximo) y la crisis que tiene una puntería fenomenal, cae dentro de las fronteras argentinas y no toca los países vecinos. Todo esto y más, con el telón de fondo de la guerra a muerte, por ahora, entre Cristina y Clarín.
 
Y alrededor de Cristina jugamos con las posibles candidaturas a algo, no se sabe bien a qué, de Scioli, Macri, De la Sota (¿por qué no sube en las encuestas?), Massa,  y preguntamos sin obtener  respuesta, si la UCR se juntará con el FAP y los restos de la CC y toda la izquierda democrática, o si el peronismo federal sumará o no al PRO, y ¿dónde lo metemos a De Nárvaez?
 
Siempre con Cristina, recordamos que los trenes no funcionan y matan; que va a haber una vez más, y lo vamos a permitir una vez más, candidaturas testimoniales, nos encanta que nos tomen el pelo. ¡Van a votar chicos de 16 años¡ un infanticidio político. Nos quedamos sin FFAA, y la Fragata y el Espora y la Trinidad, cuestión que si alguien quiere amedrentarnos con papel picado en carnaval, nos declaremos rápidamente derrotados porque no tenemos con qué defendernos. Todo lo que porta uniforme, así sea un botones de hotel, es probable sospechoso y seguro condenado.
 
A pesar de Cristilandia, hay pobres, analfabetos, droga, fronteras permisivas, refugio de narcotraficantes latinoamericanos; cortes de luz rotativos y permanentes en cuanto el termómetro sube de 25° y las inmobiliarias se funden. Uruguay y Paraguay exportan más carne que Argentina. Gracias Cristina. Gracias Moreno.  Todo eso lo sabemos. Lo criticamos. ¿Y?
 
Parodiando el tango, *“¿dónde hay un proyecto viejo Gómez?” Basta de criticar, no tienen arreglo, son así, así los votaron y los votó la mayoría. Y nosotros, ¿qué hacemos? Además de “boludear” en charlas de café sobre lo mal que estamos, ¿qué hacemos? Necesitamos un proyecto de país en serio, no como eslogan electoral. Un proyecto inclusivo de personas y de temas. Un proyecto sobre educación, salud, justicia, seguridad. Proyectos integrales y pormenorizados sobre cada tema que necesita nuestra Argentina. No busquemos candidatos, busquemos proyectos.
 
El tiempo es un bien escaso no renovable. Entonces, pensemos un país a futuro, un país a largo plazo, sin remiendos de ocasión; un país para 100 prósperos millones de personas, un país educado, moderno, de clase media, adelantado; un país capaz de alimentar a medio planeta con productos  saturados de valor agregado, un país con capacidades insospechadas, un país del que podamos estar orgullosos. Y ese camino, que puede no ser largo, empieza con REPÚBLICA, con división de poderes, con justicia sin impunidad, con igualdad de oportunidades y con LIBERTAD. Con toda la libertad que quepa dentro de leyes legisladas en libertad, en defensa de las libertades individuales.
 
No pidamos menos. No nos conformemos con menos. Todo es posible. Hagámoslo posible. Basta de hablar de candidaturas, hablemos de proyectos. No escuchemos al político que no venga con un proyecto de país en serio, estudiado, con soluciones. No al político que nos hable de lo que va a hacer, exijamos que nos diga cómo y con qué lo va a hacer. Seamos serios. Los políticos son argentinos, son como  nosotros, nos reflejan.  Y si este espejo no nos gusta, en vez de criticar, cambiemos. Los políticos tendrán que cambiar con nosotros. Ellos son nosotros.
 
De no cambiar, de no exigir el cambio que debemos estar dispuestos a hacer, el futuro se reducirá a una pesadilla expresada por la diputada Diana Conti: “Cristina eterna”.  Y que Dios nos asista.
 
 
*Tango ranchera, “¿Dónde hay un mango”, Francisco Canaro / Ivo Pelay
 
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