Para algunos, esta afirmación suena a exagerada, otros la estiran hacia el mes de agosto o cualquier otro momento más avanzado del próximo invierno, pero el hecho es que durante los últimos tiempos siempre se comentó que en este mes de marzo comenzarían a manifestarse las señales más firmes de lo que debería ser el final del ciclo kirchnerista. Lo cierto es que las expresiones de una futura debacle de lo que da en llamarse “el modelo” se caracterizan llenas de anécdotas que salen a la luz en medio de un estado de ánimo que, contagioso, se extiende a lo largo y lo ancho del país y que en un vaivén nunca conocido en nuestra política, pasa de la indignación al ridículo, pasa a la vergüenza ajena y vuelve al comienzo en un ciclo que se acelera día a día. Hay un agregado a esta situación que resulta inédito por su peso e importancia: la opinión internacional acerca de la persona que ocupa la presidencia de nuestra ex República. Los síntomas externos se mezclan con los internos y los papelones acumulados se traducen en declaraciones de variado tono, además de las fotografías como la que muestra a Cristina W. en Vietnam disfrazada de guerrillera comunista. Podríamos incorporar otros elementos de juicio, como la estudiada impuntualidad de Cristina en las reuniones diplomáticas, sus costosos atuendos, su incultura y los errores cometidos por este factor que en su personalidad excluye a la modestia que podría disimular su ignorancia. En este pantallazo no podemos pasar por alto los falsos informes sobre la economía argentina, que repercuten negativamente en el proceso económico y sus viajes a lugares remotos que carecen de sentido. ¿Cómo no recordar a su mentor ideológico, Ernesto Laclau, que sustenta y recomienda la curiosa estrategia confrontativa que explica los enfrentamientos del kirchnerismo, la pérdida de aliados y la soledad política...? Hasta la corrupción registra estos componentes del pensamiento progresista del cristinismo y su curioso empeño por hacerse de enemigos a medida que avanza el calendario. La desconfianza suele ser hija del desconocimiento de la realidad y las explosiones de una conducta descontrolada expresan en todos los casos la impotencia por encontrar soluciones a problemas cuyo contenido se muestra misterioso o excesivamente simple. En pocas palabras, hablamos de la incapacidad para ocupar la presidencia de la Nación que, por añadidura, se encuentra desprotegida, indefensa y al borde de una anarquía que viene del brazo de la inseguridad y de la inflación que se niega. Esta anomalía alimenta la crisis, la acelera y crea una atmósfera mezcla de infantilismo y mala fe que por un lado agobia y por el otro pasa por los estados de ánimo que mencionamos más arriba. Así es la Argentina que vivimos.
Hace unas horas, el país vivió dos experiencias alentadoras y representativas de la declinación kirchnerista en la opinión pública. En San Lorenzo, donde San Martín condujo la primera victoria militar que marcó el inicio de nuestra independencia, la emoción del público fue evidente y alcanzó su máxima expresión cuando se apreció la carga de caballería realizada por los Granaderos. La gran paradoja es que fue precisamente en un acto militar, tal vez el sector más perseguido y denostado por el kirchnerismo, que el público estalló en un grito indignado contra la persona del vicepresidente Amado Boudou, máxima autoridad política presente durante la ceremonia. Los gritos de “ladrón”, “que se vaya” o de “corrupto incapacitado para el cargo” vistieron una reacción espontánea que preocupó a Olivos y la Casa Rosada. La experiencia mostró que existen reservas y que éstas ya se asoman en el escenario institucional. Como antecedentes escasamente divulgados, diremos que hace varias semanas, el juez Oyarbide, cuyos defectos son claros, concretos y notorios, debió levantarse de la mesa en un restaurante en medio del tintineo de copas y platos golpeados rítmicamente por los comensales. En el caso de Boudou, éste pronunció un acotado discurso pero los silbidos y abucheos se extendieron hacia los integrantes de La Cámpora que lo acompañaron y nada hicieron al palpar in situ la opinión que la gente tiene de ellos. Toda una señal de hartazgo político. Apenas unas horas después, otro suceso similar vivió el viceministro de Economía, Axel Kicillof -otro de los preferidos de Cristina-, quien se identifica como líder camporista sin poder explicar lo que esto significa. En el Buquebus que partió de Colonia, en la costa uruguaya, debió soportar los epítetos que le dirigían los pasajeros, actitud que no se detuvo pese a que fue defendido por su mujer, que imploró mesura por la presencia de sus hijos menores. Nadie se conmovió. La indignación subió de tono y obligó al joven Kicillof a buscar refugio y protección en la cabina del capitán. Toda una definición.
Las señales también transitan por otros antecedentes. El costo que demanda el inicio de las clases, cuyos preparativos ingresan en los bolsillos de los padres, se suma a los precios que se enfrentan en la vida cotidiana y abarcan a todos los sectores, incluidos los productores, y soportados crudamente por los comerciantes que no venden. Sólo los medios independientes informan con precisión el fracaso de la temporada turística de este verano que, por ejemplo, en Mar del Plata alcanzó únicamente la ocupación de un 60 por ciento de las plazas hoteleras. Mesas libres, nada de colas en las casas de comida, como sucedía en otras épocas que Cristina considera “sin inclusión social”, y un panorama idéntico en todos los lugares tradicionales de veraneo. Caída vertical de las ventas, mientras nadie ignora que la llegada del otoño será peor pero más movido. Con seguridad, habrá un paro general de actividades convocado por las distintas centrales obreras. En la mesa chica de las que dirigen el “Momo” Venegas, Hugo Moyano y Luis Barrionuevo, se evaluó la situación, después de rechazar taxativamente las medidas anunciadas por Cristina respecto del impuesto a las ganancias. La decisión de sostener esta medida de protesta se amplió a otras que serán conocidas con posterioridad y contará con el respaldo de la CGT oficialista que responde al metalúrgico Caló. Allí también coinciden en que “la suba de ganancias no sirve para nada”. ¿De dónde extraerá recursos el oficialismo...? La brecha entre el dólar oficial y el negro, paralelo,blue o como se lo quiera llamar, ya superó el 50 por ciento y todo indica que avanzará hacia un valor realista de 10 pesos por unidad, en tanto disminuyen las reservas que salen al mercado para impedir ese incremento de la divisa referencial. A su vez, el tragicómico Guillermo Moreno estudia la aplicación de normas más severas para la vieja e inútil experiencia de aplicar precios máximos. El resultado será, como se sabe, desabastecimiento y mercado negro, más desocupación e inestabilidad social y una severa tensión política alimentada por una eventual devaluación y un salto inflacionario que traerá peligrosas consecuencias. Ya nos hemos convertido en el último país de la región.
Aislada, la Argentina carece de créditos externos, en un momento en que las tasas de interés que rigen en la economía global, es prácticamente inexistente. Todo sería favorable para una situación como la que vive nuestra ex República en la que nadie confía. La inexistente seguridad también caracteriza a la actividad financiera y productiva. Ante la posibilidad de una devaluación, se retendrá la llegada de productos a los mercados, que ya enfrentan costos en ascenso, el Fondo Monetario produjo una resolución inédita al subrayar la desconfianza que despiertan los indicadores económicos oficiales que suministra nuestro gobierno, los de origen privado son tomados como reales pero no tienen el respaldo del Estado; el INDEC intervenido ingresó a la categoría de mentiroso y con ello carga con la imagen de papelón, Cristina desconoce la realidad que la circunda y cree en sus propias mentiras, un fenómeno psicológico que se impone como lo que es: una enfermedad.
La gente se percata de lo que ocurre y ya no se sabe si reír o llorar ante la eventualidad de que el jefe de la bancada oficialista en el Senado, Miguel Pichetto, pueda ser el reemplazante de Mercedes Marcó del Pont en la presidencia del jaqueado Banco Central. Pichetto da para todo, pues también podría reemplazar a Beatriz Rojkés de Alperovich en la presidencia provisional del Senado, lo que automáticamente lo convertiría en tercero en el orden sucesorio. Simultáneamente, Aníbal Fernández lo reemplazaría en la conducción del bloque. El enroque es palpable y, preventivamente, el gobernador Tucumano Alperovich, marido de Beatriz, enfrenta una grave situación al ser acusado de una complicidad de hecho por el padre de la joven Paulina Lebbos, asesinada en el 2006, un caso cuya investigación no avanza y promete convertirse en un escándalo trágico similar al de María Soledad Morales, que conmovió a la sociedad argentina y en particular a la de Catamarca, su provincia.
Además de los sucesos que comentamos y ya son la comidilla del mundo político, donde los grandes problemas parecen ausentarse, las encuestas son reveladoras. Hace poco, Poliarquía puso en blanco y negro la opinión negativa de la colectividad judía argentina por el acuerdo firmado con Irán, que apunta a la impunidad de los autores del atentado contra la AMIA, opinión que debe sumarse a la repercusión negativa en el campo internacional por el mismo tema y que trata de un asunto que puede provocar consecuencias irreparables para nuestra desprestigiada diplomacia. También hay que añadir la producida hace unas horas por Management & Fit, dirigida por Mariel Forloni, que puso de manifiesto que el 85 por ciento de la opinión pública rechaza la posibilidad de una reelección de Cristina W. El dato es de particular importancia pues pone al descubierto lo que el gobierno no puede arriesgar, es decir, el control del Congreso de la Nación. Si eso ocurre, es obvio que la derrota estará precedida por la confección de listas que resultarán antipáticas e insoportables para la Casa Rosada a la que se le marcará un rumbo incierto que caracterizará al 2013, pero antes que se produzca ese desenlace es probable que Cristina W. Renuncie, lo que será indicativo de otro aspecto de la crisis: Boudou, quien para entonces estará procesado, no podrá sucederla en el Sillón de Rivadavia y deberá soportar algo más que un abucheo y los expresivos insultos recibidos en el Campo de la Gloria, de San Lorenzo. Para entonces y frente al supuesto que comentamos, estarán en danza las elecciones para la renovación parcial de la Cámaras. Pero... ¿Se llegará normalmente a esas elecciones...? ¿Darán los plazos en medio de la inflación, las protestas populares y otras “menudencias” que ya comenzaron a desarrollarse en el escenario político institucional...? Mientras los sindicatos analizan la posibilidad de unirse en un frente común, el campo desconfía de más impuestos que concluirían con su actvidad y se prepara para participar activamente en un proceso de activa resistencia. Preocupados, los jueces prevaricadores que dispusieron prisiones perpetuas sin prueba alguna, arbitrariamente y a pedido del Poder Ejecutivo y del CELS de Horacio Verbitsky, estudian sus futuras defensas para cuando llegue el momento cada vez más cercano; el fiscal Javier De Luca nunca imaginó la polvareda que levantarían sus declaraciones a partir de la respuesta que le brindaron los abogados Alberto Solanet y Mariano Gradin a lo que se sumó el artículo firmado por el embajador Emilio Cárdenas y los presos políticos, civiles, militares y policías han instalado sus casos en la opinión pública. Algo, mucho ha cambiado en los últimos tiempos y el compás de la crisis avanza cada vez más rápido. Diríamos que a paso redoblado.
Carlos Manuel Acuña
Comentarios
Publicar un comentario