Enrique Guillermo Avogadro : ¡Qué falta de respeto! ¡Qué atropello a la razón!
¿Dónde estarán aquellos que pasaron,
dejando a la epopeya un episodio,
una fábula al tiempo, y que sin odio,
lucro o pasión de amor se acuchillaron?
Jorge Luis Borges
Por Enrique Guillermo Avogadro* para el Informador Público
La egregia señora Presidente nos ha permitido, en los últimos días, comprobar cuánta razón tenía el autor de la frase que titula esta nota cuando describía el siglo XX, y aún más la señora Eladia Blázquez, cuando dijo Hoy Discépolo resulta un optimista, con las cosas que tenemos a la vista.
El sábado, en ocasión de la meritoria interna que disputó sólo con ella misma para determinar, entre los tres aspirantes, quién correría con los colores del Frente para la Victoria en la ciudad de Buenos Aires, hizo gala del mayor cinismo cuando, después de criticar a Mauricio Macri durante toda su gestión como Jefe de Gobierno por su inoperancia, explicó cómo se comportaría el Gobierno nacional si Filmus fuera electo en julio próximo para sucederlo.
Propinando una irrespetuosa y sonora cachetada a los porteños, muy suelta de cuerpo se comprometió a transferir a la Ciudad Autónoma la Policía Federal que presta servicios en ella, conjuntamente con las partidas presupuestarias destinadas a su funcionamiento, y garantizó fondos y avales los mismos que negó para construir los nuevos subterráneos, por ejemplo- para todas las obras públicas que su delfín local decidiera encarar.
La señora de Kirchner parece haber olvidado que estaba hablando para uno de los electorados más preparados y más independientes del país. Los habitantes de la ciudad no solamente han pasado los últimos cuatro años hartos de la forma en que la Policía Federal, bajo las sucesivas órdenes de los ministerios de Justicia y de Seguridad, se comportó frente a la ocupación ilegal del espacio público -piquetes e invasiones- sino que ahora tienen claro a quién le deben que Buenos Aires no haya podido extender las galerías bajo tierra, que les hubieran permitido una mejor calidad de vida.
Presumo, entonces, que tanto el 10 cuanto el 31 de julio, si es que se llega al ballotage como todo el mundo prevé, quienes hemos tenido que vivir de tan mala manera por la bastarda forma de hacer política que utilizan los Kirchner con sus adversarios, no permitiremos que doña Cristina y sus acólitos de La Cámpora puedan exhibir la cabeza de Buenos Aires clavada en una pica.
Ayer, desde la plaza principal de Resistencia, Chaco, la señora Presidente nos propinó -esta vez, a todos y a todas los argentinos- un nuevo mensaje por cadena nacional. Hizo tantas referencias a Él que terminó su breve alocución con gritos disfónicos y casi llorando.
Claro, estaba festejando -aunque con la ausencia de don Néstor (q.e.p.d.)- los ocho años que lleva, como describió Joaquín Morales Solá, confundiendo al país con su patrimonio personal, antes ganancial y ahora propio, y actuando en consecuencia.
Pero el atropello a la razón que da título parcial a esta nota se vincula a la forma en que describió los logros alcanzados por la Argentina en ese período. Mientas la escuchaba decir que nuestro país volvió a ser una democracia en 2003, que somos una nación respetada en el mundo entero, que habíamos alcanzado la felicidad de no tener pobres ni miserables por obra del modeloy, sobre todo, que ahora somos una comunidad unida, sin fracturas ni odios, tuve la sensación terrible de haber sufrido un accidente vial, en el cual mi cerebro hubiera quedado dañado.
La distinguida viuda actual llegó al poder, en 2007, asegurando al país que, con ella, volvería la institucionalidad tan gravemente destruida durante el primer kirchnerismo, se dejarían de usar los decretos de necesidad y urgencia, se conviviría en paz. Sin embargo, su propio período presidencial fue, si cabe, aún peor que el de su marido en todos esos aspectos, y ello se vio agravado después de la muerte de don Néstor (q.e.p.d.), con la insensata transferencia de cuotas enormes de poder y de dinero a los pseudo herederos de los jóvenes idealistas que todo lo rompieron en los 70’s.
Recordaba estos días que, en plena crisis del campo, alguien se tomó el trabajo de analizar, en un mail, cómo había sido el resultado electoral en los distritos en los cuales las actividades agropecuarias tenían una importancia esencial. En todos los partidos de la Provincia de Buenos Aires que, entonces, se encontraban en conflicto abierto con el Gobierno por la intención de aplicar la Resolución 125, había ganado doña Cristina en octubre anterior.
El mail, que casi todos recordarán pues circuló muchas veces por la red, concluía con una recomendación, en letras rojas y tamaño catástrofe: Muchachos, no corten las rutas, ¡córtense las b&!Ahora, cuando sean convocados a votar nuevamente, sería bueno que pudieran conservar sus atributos masculinos, toda vez que, si el kirchnerismo consigue perpetuarse en el poder, deberán dejarlos en la entrada del nuevo IAPI que, según ya avisó don Feletti, será utilizado por ese populismo acentuado para apropiarse de la renta.
Finalmente, resultó curioso que, para celebrar los doscientos un años de la Revolución de Mayo, doña Cristina no hiciera una sola mención a la efeméride, como si todo hubiera comenzado, en la Argentina, cuando llegó don Néstor (q.e.p.d.) a la Capital Federal.
Pero, dado el escenario político que se nos presenta, dondecualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón, tal vez sea cierto
Comentarios
Publicar un comentario