Miradas externas críticas a la candidatura de Boudou

01/07/11 En la comunidad financiera internacional circularon informes sobre los riesgos económicos de la reelección de Cristina, en especial del impulso de más medidas contra las empresas.
La decisión de la Presidenta de ubicar a Amado Boudou en la fórmula para competir por la reelección ratifica su intención de profundizar el modelo económico intervencionista y populista.
Esta ha sido la evaluación internacional y en esos términos se expresaron varios informes de Wall Street, los cuales advierten que esa dirección podría derivar en nuevas y mayores acciones contra las empresas privadas.
Goldman Sachs emitió un documento privado que sostiene: “En el potencial segundo mandato hay riesgo de que la actual política pueda ser radicalizada y volverse más enemiga del mercado.
” El trabajo que circuló en Manhattan tiene la firma de Alberto Ramos y en su texto agrega: “La nominación de Boudou asegura que no se abrirá el juego político y que se profundizará la actual política económica populista-heterodoxa.” Ayer, Axel Kicillof abonó esa propuesta cuando afirmó en un seminario del Banco Central: “El BCRA no puede ser independiente, ni aunque quiera.” También el nombramiento de Boudou – y el de Gabriel Mariotto – anticipa el inicio de otro momento político: el cristinismo, como una etapa superior del kirchnerismo, en caso de ganar la reelección.
El proceso cristinista tiene dos notas: una es dejar atrás a los antes colaboradores de Néstor Kirchner; y otra es concentrar todo el poder de decisión en Cristina Kirchner.
En esta evaluación coincidieron los máximos dirigentes empresarios. Hubo reuniones en la Asociación Empresaria y contactos entre los líderes del Grupo de los 6. Esta visión también se incluyó en otros informes reservados de Wall Street. El Banco Barclays evalúo que los anuncios de la Presidenta confirman que, de ser reelecta, sólo va a gobernar con un grupo reducido de “leales” y con los jóvenes de La Cámpora.
Barclays es un banco con sólidos vínculos con Amado Boudou.
El ministro lo contrató con honorarios jugosos para que lo asesore en la reapertura del canje. En su documento, que lleva la firma del analista Sebastián Vargas, varias veces habla de la nueva etapa y la llama “cristinismo”. El trabajo del banco británico sostiene que: “ La Presidenta se recostó en La Cámpora y los leales como modo de manejar su agenda política y evitar ser condicionada por el poderoso partido peronista.” Y advierte que en un eventual segundo mandado “ el cristinismo podría chocar con el peronismo y eso generar cortocircuitos graves a medida que vayan emergiendo los temas de gestión, sobre todo después de la luna de miel postelectoral.” Barclays y Goldman Sachs puntualizan las promesas incumplidas de Boudou y precisan que la Presidenta, con la elección del candidato a vicepresidente, “ rechazó la oportunidad de elegir a alguien que pudiera ampliar políticamente al kirchnerismo y atraer votos.” La visión internacional es cruda . Entre los banqueros se cree que la Presidenta rearmó la historia reciente para justificar la designación de Boudou: el sábado fue la primera vez que los financistas escucharon decir que la estatización de las AFJP fue obra de Boudou y no de Néstor Kirchner. Por eso, a nivel interno, muchos hombres de negocios tienen una lectura menos ortodoxa. Los líderes del establishment nucleados en el G-6 ven dos ventajas en la nominación del actual ministro: Temían que el elegido por la Presidenta sea un kirchnerista más duro e intransigente. Sostienen que Boudou es dialoguista y que sobreactúa sus cruzadas antiempresarias para complacer a su jefa.
Sostienen que la salida de Boudou del Palacio de Hacienda abre la posibilidad de integrar un equipo económico más capacitado y profesional.
El futuro equipo económico tendrá una delicada misión: corregir los desequilibrios macroeconómicos que se manifiestan en la inflación. Diego Bossio es el principal candidato a suceder a Boudou. Es joven, es leal y conduce la ANSeS para financiar al Estado. Ahora operó en el mercado de bonos, para presionar una baja en el dólar marginal.
El otro favorito es Juan Carlos Fábrega, actual titular del Banco Nación. Ex compañero de colegio de Néstor Kirchner, es de íntima confianza de la Presidenta.
Fábrega también suena para el Banco Central, en caso de que Mercedes Marcó del Pont se mude al Palacio de Hacienda.
El cristinismo actúa como si la elección ya estuviera ganada. Las encuestas le dan una preferencia a la Presidenta, pero los consultores serios sostienen que nada está cerrado.
Antes, el Gobierno debe transitar comicios adversos de Capital, Santa Fe y Córdoba. También deberá lidiar con la flamante titular del FMI, Christine Lagarde.
Lagarde es una abogada dura hacia la Argentina y la última reunión que tuvo con Boudou fue traumática . Le dijo que el Club de París iba a negociar con la Argentina si la Casa Rosada presentaba una propuesta seria de pago. Lagarde asume en el Fondo, en un momento crucial: le exige a Grecia una receta similar a la que le impuso sin éxito a la Argentina en 2001. Esta pobreza de ideas nuevasrefleja la capacidad opaca del FMI y un aprendizaje nulo de las crisis internacionales. El Fondo esta carente de respuestas innovadoras y atraviesa un fuerte desprestigio político. Los tres presidentes previos a Lagarde no terminaron el mandato y el último tuvo que renunciar en medio de un escándalo sexual.
Argentina podría aprovechar tamaño desconcierto para cerrar viejas cuestiones pendientes y así reabrir el mercado de crédito internacional. Pero nadie hace nada. Por eso ayer, muy directo, Ignacio de Mendiguren pidió: “Que los políticos dejen de sanatear y resuelvan los problemas.” Copyright Clarín, 2011.

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