Relaciones comerciales de latinoamerica con India






Latinoamérica: India sustituye a España


Tras el dragón, el elefante. Después de China, la India comienza a amenazar la posición inversora de España en Latinoamérica. Siguiendo los pasos del gran emergente oriental, la India, otro BRIC, ha irrumpido con fuerza y voluntad de quedarse en la región, en busca principalmente de materias primas y de mercados para la exportación. La India podría desplazar en breve a los tradicionales grandes inversores, EEUU y España, que de momento ocupan los primeros puestos en la mayoría de mercados latinoamericanos, pero que ven cómo cada año China recorta su cuota de mercado e influencia y temen ahora una incursión indostaní que puede afectar a sus intereses.
Para las firmas españolas, que han impulsado su internacionalización en Latinoamérica para relanzar sus negocios y que aumentan sus planes de inversión en el área para esquivar la crisis europea, la creciente presencia india en ese mercado es otro factor de inquietud que se suma al arrollador avance chino, especialmente en Brasil y Argentina, pero también en Chile, Perú y Colombia, los países que más interesan a las firmas hispanas. En 2010 Pekín invirtió 14.642 millones de dólares en Latinoamérica, notablemente en extracción de recursos naturales, y prevé inyectar 22.740 millones en 2011.
La progresión de la inversión india en Latinoamérica es acelerada, como lo ha sido la de China, que hace pocos años tenía una presencia insignificante en el área. La entrada de capital indio, como en el caso chino, cuenta con el beneplácito de los gobiernos y el apoyo de instituciones como el BID, que ven en la llegada de capital asiático una garantía para el mantenimiento del crecimiento en un momento en el que Europa hace agua. Desde comienzos de siglo no ha hecho más que crecer, en 2009 superó los 17.200 millones de dólares y se habrá acercado a 25.000 millones en 2010. A nivel mundial, la India emerge también entre los países con mayores inversiones en el exterior, con 75.000 millones en la década 2000-2010. Y en un su último informe, la Unctad, que cifra en 159.000 millones de dólares el montante total de IED en la región en 2010 (+13%), destacaba que el hambre de materias primas de Asia tira y tirará en un futuro de las inversiones en Latinoamérica.
Para mantener su ritmo de crecimiento (8% anual), la India necesita abastecer su demanda de alimentos, combustibles e infraestructura (sólo en los próximos cinco años precisará más de 5.000 millones de inversión en instalaciones), pero también conquistar nuevos mercados. Por ello, Delhi apunta también a Latinoamérica como blanco para sus exportaciones y el intercambio comercial con la región (muy asimétrico a favor de la India, como las inversiones) ha registrado un ascenso meteórico en pocos años. Si en 1999 los intercambios latinoamericanos con la India y China eran cercanos a cero, en la siguiente década la relación con Pekín se disparó al 9% del total y en 2010 se acercó a 200.000 millones de dólares (diez veces más que en 2002). Con más retraso, el comercio con Delhi también crece: en 2009 representó el 1% del total regional y en 2010 pasó al 2% (20.000 millones, frente a 6.000 millones en 2007 y 2.000 en 2002), impulsado por la importación de crudo, soja y cobre y la exportación de químicos, medicamentos, productos de ingeniería y textiles.
Los principales mercados para los productos indios son hoy Argentina, Brasil, Chile, México Colombia, que captan 90% de sus exportaciones. Este tráfico se ha visto impulsado por el acuerdo preferencial suscrito en 2009 entre Mercosur e India y el pacto comercial de Delhi con Chile. Y tras el impacto chino, la región teme ya otro choque competitivo en su importante manufactura textil.
Hoy, y al igual que sucede en el caso de China, Brasil es el principal destino de la inversión india en Latinoamérica, pese a que la estrategia de Delhi pasa por no dejar fuera de sus proyectos a ningún país, por pequeño que sea. Brasil representa el 25% de las inversiones indias en la región, a distancia del 10% que acumula Argentina. Como China, la India carece de recursos energéticos relevantes y precisa comprarlos (es el cuarto mayor importador global de petróleo) para satisfacer la demanda de su economía).
Desde 2006, y en busca de activos en hidrocarburos y metales, las compañías indias están entrando con fuerza en las explotaciones mineras y la industria petrolera y del acero de Latinoamérica. Mittal Steel (dueña de Arcelor) opera en Brasil, donde la productora de aluminio Hindalco (Aditya Birla) anunció para 2011 inversiones por 300 millones de dólares;Jindal Steel & Power ha inyectado 3.000 millones en proyectos mineros, de ellos 2.000 millones en Bolivia (una de las inversiones indias más importantes en el área) y Essar Steelconstruirá una siderúrgica en Trinidad. Y las firmas indias planean más inversión minera en 2012 en Colombia, Perú, Bolivia Argentina, Brasil y Chile.
La petrolera OVL opera ya en Brasil, Venezuela, Colombia y Cuba con inversiones por 2.500 millones y la experiencia que ONGC Videsh tiene en alta mar con su plataforma Mumbai High, que aporta la mitad de la producción petrolera anual de India, va a servir para las operaciones offshore en Colombia, Ecuador, Brasil, Perú y Venezuela. Indian Oil y Oil India están presentes en Venezuela y Argentina y la poderosa Reliance Industries, que se aprovisiona de crudo de México, Ecuador, Venezuela y Brasil y que firmó en 2009 un acuerdo con Ecopetrol para explorar y producir crudo en Colombia, importó en 2010 desde Latinoamérica un 25% del crudo que consume.
La necesidad de adquirir alimentos para nutrir a un país superpoblado estimula también la compra y alquiler de tierras latinoamericanas por compañías indias y Shree Renuka Sugars yWalbrook ya se han hecho con extensas porciones de tierra en Brasil y Colombia para producir alimentos y biocombustibles.
La presencia india crece también en farmacia (Strides Acrolab compró activos brasileños por 75 millones y Glenmark ha entrado en Argentina); en renovables (el proveedor eólico Suzlon Energy se estrenó en el mercado brasileño en 2010 y comienza a competir en la región con las firmas españolas); en automoción (Tata Motors, Sonalika y Ashok Leyland) y en agroquímica (United Phosphorus tiene ya intereses en Argentina y México).
Pero las firmas indias no sólo buscan ya materias primas. Respaldadas por el liderazgo mundial del país asiático en producción de software, las inversiones en tecnología crecen en Latinoamérica y las consultoras tecnológicas (Infosys, Wipro, Tata) emplean ya a 17.000 personas en el área
Es el caso de la consultora de servicios de voz y call center Capgemini, con 4.500 empleados y operaciones en Brasil, Chile y Guatemala, pero también, en outsourcing, de Tata Consultancy
Brasil, donde la inversión china es abrumadora (del país asiático procedió el grueso de los 48.500 millones que captó en IED en 2010 y Pekín ya es el primer inversor directo), es ya el país con más capital indio. Arcelor (Mittal Steel) tiene una presencia significativa; Bharat Petro ha invertido 280 millones en exploración petrolera;
En mayo, las inversiones indias en Argentina superaron los 1.500 millones de dólares, según anunció la ministra de Industria, Débora Giorgi, al inaugurar otra planta de fármacos de alta tecnología del laboratorio indio Glenmark.
La India ha puesto también sus ojos en Colombia, uno de los destinos preferidos por la inversión española. El país, que emerge como tercer productor de hidrocarburos en la región tras Brasil y Venezuela, espera inversiones por 28.000 millones en exploración petrolera en cuatro años e incrementar la producción de 963.000 barriles/día a 1,5 millones en 2014. Y buena parte de esas inversiones, que se prevé totalicen 100.000 millones en diez años, serán indias (y chinas), ya que Delhi considera al país clave en su estrategia de inversión energética. Desde 2010 están llegando firmas de BPO y software (Sutherland, Genpact, Tata, Infosys) y en sólo dos años Colombia ha pasado de dos empresas indias a una treintena, la mayoría centradas en el petróleo, carbón, tecnologías de la información, biofarmacia, plásticos e infraestructura.
Bolivia, cuyo presidente, Evo Morales, acaba de pedir desesperadamente en Pekín más inversión, tiene establecidas varias empresas indias en el sector minero, aunque el Gobierno mantiene últimamente una relación tensa con la principal y más antigua, Jindal Steel & Power, que opera en el yacimiento de El Mutún, uno de los mayores depósitos de hierro del mundo, y que ha construido una fábrica de acero. Bolivia y Jindal firmaron en 2007 un Contrato de Riesgo Compartido para explotar El Mutún, en el que la siderúrgica india se comprometió a invertir 1.500 millones de dólares en los cinco primeros años.
En Paraguay, donde las firmas indias buscan tierras, ya opera la empresa de colorantes de plástico Alok, mientras que en Ecuador, una delegación de la India visitaba Quito en mayo para explorar su irrupción en el mercado tecnológico y Find Secure, Bow&Baan, Embarc, SourceEdge Software, Technology Solutions, India Soft y Bhasinsoft prevén una inversión inicial de dos millones de dólares en tecnología de la información. Uruguay mantiene su interés en que desembarque la minera Aratirí, pese al desacuerdo surgido a última hora sobre los beneficios que obtendrá el Estado de una inversión que se elevaría a 1.500 millones.
Chile, que rubricó un acuerdo comercial con la India en 2006 y acaba de firmar un Acuerdo de Alcance Parcial con rebajas arancelarias, también tiene gran interés en que la inversión india acompañe al creciente montante de capital chino que llega al país, donde ya hay importantes inversiones en tecnologías de la información, minería, farmacéutica y energía. México, donde operan ya una veintena de empresas indias, entre ellas United Phosphorus, juega para atraer el interés indio la baza de competitiva de su proximidad con los clientes finales estadounidenses, aspecto estratégico en muchos sectores industriales. Venezuela tampoco queda al margen y ONGC Videsh, Indian Oil y Oil India han invertido ya 2.200 millones de dólares. Además, este año, con motivo de la visita del presidente Chávez a Delhi, varias empresas de tecnología y turismo expresaron su interés en el país. En 2010 Indian Oil, Oil India, Petronas y Repsol invirtieron 4.800 millones en el campo petrolero Carabobo.
En Perú, donde el comercio con la India representa hoy el 1,1%, lejos del 16% de China, que está muy cerca de convertirse en el primer socio comercial, tanto los intercambios como las inversiones avanzan con fuerza, amparados en el TLC que Lima firmó con EEUU. Tras un primer desembarco en busca de commodities, la inversión india comienza a diversificarse hacia tecnologías de la información y centros de atención telefónica.
En un reciente estudio, India: oportunidades y desafíos para América Latina, presentado en el foro India: oportunidades de comercio e inversión, el BID alienta la llegada inversora de la India a Latinoamérica con la tesis de que el país asiático tiene potencial de ser el gran comprador de productos agrícolas y minerales, dos de las principales exportaciones de la región, si se superan los actuales obstáculos (altos aranceles y costes de transporte.
Tras indicar que cabe esperar un desembarco indio similar al protagonizado por China, el BID censura en el ámbito comercial los elevados aranceles indios, que dificultan la entrada de productos latinoamericanos en ese mercado y genera un intercambio asimétrico.
Pese a las asimetrías, las empresas de Latinoamérica comienzan también a hacer sus pinitos en la India: la mexicana Cinépolis ha realizado la mayor inversión de una multilatina en el país, aprovechando la prolífica industria cinematográfica de Bollywood (160 millones de dólares) y las brasileñas Marcopolo (que construye autobuses con Tata) y la siderúrgica Gerdau, con una inversión de 70 millones de dólares ya están allí.

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