Batalla de Salamina: la preservacion de la civilizacion occidental gracias a Grecia
La batalla de Salamina
La batalla de Salamina fue el mayor combate naval de la Antigüedad, ocurrido en octubre de 480 a.C., que sentó las bases, tras el triunfo de la flota griega sobre fuerzas persas, del florecimiento de Grecia y Europa.
Batalla de Salamina.
La figura política dominante en aquellos años era el estratega militar Temístocles (aprox. 525 a.C.-459 a.C.). Ya desde el año 490 a.C. había comenzado a construir una muralla en torno a Atenas y el puerto de El Pireo. Al mismo tiempo fortaleció la flota naval para que estuviera preparada para repeler una eventual ofensiva persa. Desde hacía años los reyes persas querían poner pie en el continente europeo. El primer intento en 490 a.C., conocido como la Batalla de Maratón, había fracasado. Aunque los persas tenían un ejército de invasión superior, fueron derrotados por una infantería griega bien capacitada que los obligó a replegarse.
Diagrama que muestra como transcurrió la batalla de Salamina.
Avance persa
En vez de darse por vencidos los persas conformaron el ejército más grande de la Antigüedad. Para poder transportar más rápidamente a sus tropas, el rey Jerjes I de Persia (519 a. C.-465 a. C.) mandó construir un canal a través de la península de Athos, así como un puente sobre el río Helesponto y otro sobre el Estrimón. Estos enormes esfuerzos de los persas no pasaron inadvertidos por los griegos. Por el tamaño y despliegue del ejército persa estaba claro que Jerjes I de Persia tenía planeado llevar a cabo una guerra de conquista contra Grecia para después avanzar sobre el sureste de Europa. Para cualquier otra cosa su ejército era desproporcionado.
Temístocles había visitado el Oráculo de Delfi que le había dicho la siguiente frase: “¡Busca protección tras murallas de madera!” Ello que fue interpretado por Temístocles como que los griegos debían buscar el combate naval para entonces buscar refugio tras las paredes de madera de sus embarcaciones. Después de una inicial oposición en la Asamblea Popular, ésta consintió la construcción de más barcos de guerra.
Cuánta razón tenía Temístocles en su estimación de que las fuerzas persas eran invencibles en una batalla en tierra quedó demostrado poco después, en agosto de 480 a.C., en la llamada Batalla de las Termópilas, donde después de cinco días los persas derrotaron a los espartanos. Jerjes I avanzó hacia Atenas y la devastó. La ciudad no tenía protección ni quien la defendiera, pues los hombres aptos para el combate se habían replegado a los barcos de guerra. En vista de la ciudad destruida, tenían claro que se encontraban ante su última oportunidad.
Si perdían la batalla hubiera sido el fin de una Grecia libre. Los griegos tomaron posición ante los persas en el estrecho occidental frente a la isla de Salamina. Después de doce horas de combates los griegos ganaron la batalla, probablemente porque contaban con botes más pequeños capaces de maniobrar con rapidez en el estrecho de Salamina. El triunfo de Grecia evitó el sometimiento a Persia y detuvo el avance de sus fuerzas militares hacia Europa.
Pintura de la famosa batalla, del pintor Wilhelm von Kaulbach.
Europa vs. Asia
La defensa griega ante los persas fue un hito en la historia europea. De haber sido derrotada, el ejército persa hubiera seguido su avance sin obstáculos, extendiendo su imperio hacia la Europa continental. Probablemente habría quedado sepultados tanto la cultura griega como el Imperio Romano. Dado que la Europa moderna surgió de la antigua Grecia y del antiguo Imperio Romano, de haber triunfado los persas en la Batalla de Salamina en octubre de 480 a.C., probablemente hoy se llamaría “Asia Occidental”, con una población mayoritariamente musulmana.
El historiador y geógrafo griego Herodoto de Halicarnaso (490 a.C.-425 a.C.) dio una connotación ideológica a la guerra contra los persas. Para él se trató de una “guerra de sistemas”. Por un lado Europa representaba la libertad y la democracia, -en aquella época fue cuando fue fundada la llamada “democracia ática”, que fue la cuna de la Europa democrática. Por otro lado se encontraban los persas, a quienes Herodoto atribuyó despotismo y tiranía. Con ello dividió el entonces mundo conocido en opuestos: Europa contra Asia y “libertad contra cautiverio”.
Autor: Matthias von Hellfeld/ EU
Editor: Pablo Kummetz
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