Algun apellido familiar y de como siguen comiendo del Estado generacion, tras generacion.
Hoy se asustan con la muerte de Nisman, pero en la decada de 1930, en el contexto de la crisis economica de aquellos años, y el oportunismo de los exportadores de carnes, el gobierno que encabezaba Agustin Justo, envio una mision a Gran Bretaña " a cargo del vicepresidente de la Nación, el hijo de Julio Argentino Roca, destinada a alcanzar algún acuerdo para garantizar el acceso al mercado inglés.
El acuerdo final alcanzado con el ministro de Comercio británico, Walter Runciman, reconocía una reducida cuota para el ingreso de carnes argentinas y, a cambio, otorgaba una serie de gravosas concesiones para nuestro país, coronadas con la garantía que se le otorgaba a Gran Bretaña para el libre acceso a las divisas necesarias para girar intereses y utilidades al exterior, restringido en ese entonces por la existencia de controles de cambios.
A todas luces se trató de un pacto de claudicación en toda la línea para los intereses generales de nuestro país y que incluso tampoco llegó a conciliar plenamente los pedidos del lobby ganadero local. El asesinato del senador Enzo Bordabehere, en 1935, dejaría en evidencia la injerencia del poder de los frigoríficos; un atentado en realidad dirigido hacia el senador demócrata progresista Lisandro de la Torre, denunciante de maniobras de evasión y ocultamiento de datos de los frigoríficos extranjeros, en connivencia con el gobierno local. Una vez corrido el velo del ocultamiento, quedó al desnudo el carácter parasitario y corrupto de las grandes corporaciones locales y extranjeras, y su falta de escrúpulos para el uso de la violencia."
Alguien muy ligado a esta maniobra por su cargo como Ministro del area economica y que no puede aducir desconocimiento de los manejos con el gobierno britanico, Federico Pinedo era el abuelo de quien hoy osenta el cargo de senador. Generacion tyras generacion les estamos dando de comer a una misma familia....Un pasado familiar con connotaciones particulares.....
Cuando en el recinto hubo disparos de muerte
En el invierno de 1935 hubo ruido de disparos en el Senado de la Nación. Un senador fue asesinado a balazos, un ex diputado y un ministro resultaron heridos de bala, y una investigación sobre el comercio de carne, que ponía en jaque al poder, quedó en la nada.
La investigación había sido iniciada por el senador santafecino Lisandro de la Torre, un antiguo radical devenido demócrata progresista, y se proponía averiguar las actividades de los grandes frigoríficos.
Desde 1933, con la firma del pacto Roca-Runciman, la industria de la carne había quedado en manos de ingleses y norteamericanos.
Desde 1933, con la firma del pacto Roca-Runciman, la industria de la carne había quedado en manos de ingleses y norteamericanos.
Los grandes frigoríficos clasificaban a voluntad los tipos de cortes, mataban los animales, congelaban la carne para la exportación y comercializaban los sobrantes en el mercado interno, al tiempo que pagaban a trabajadores, transportistas y al Fisco lo que ellos mismos determinaban.
En septiembre de 1934, De la Torre había pedido la formación de una comisión investigadora para determinar las ganancias de esos frigoríficos, y durante las primeras averiguaciones se habían descubierto embarques de carne clandestinos a bordo del buque Norman Atar, ocultamiento de documentos contables de la firma Anglo, y vinculaciones con el negocio de funcionarios de los gobiernos del general Uriburu y de Agustín P. Justo, que en ese momento ejercía la la presidencia del país.
Los adversarios que el senador tenía por delante eran fuertes: Federico Pinedo, ministro de Hacienda; Luis Duhau, ministro de Agricultura, y el presidente del Banco Central, Raúl Prebisch.
Entre el 18 de junio y el 23 de julio de 1935, la interpelación había ido subiendo de tono y la madeja del negociado comenzaba a desenredarse. Ante una ciudadanía azorada, quedaba al descubierto un monopolio extranjero que actuaba con protección oficial, amparado legalmente por leyes especiales que se habían hecho a medida.
De la Torre tenía pocos aliados en el Senado, y quien debía haberlo sido, aún no podía participar de las sesiones. Enzo Bordabehere, de 46 años, un uruguayo de Montevideo nacionalizado argentino, era senador electo por Santa Fe desde 1934, pero al momento del debate aún pugnaba para que le reconocieran el título, y debía conformarse con asistir al recinto como observador. Eran años de una política discrecional y fraudulenta, que el historiador José Luis Torres bautizaría para siempre como "década infame".
Por Jorge Camarasa, La Nacion, 10 de septiembre de 2000
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