Cristina, con enojo y poca brújula política frente a un tiempo difícil


Cristina, con enojo y poca brújula política frente a un tiempo difícil

PorEDUARDO VAN DER KOOY

La imagen que divulgó Cristina Fernández con su prolongado mensaje de ayer, en víspera del desafío político más serio del segundo mandato, permitiría desplegar muchos más interrogantes que certezas. También mayor intranquilidad que sosiego , cuando le restan aún tres años y medio de ejercicio de poder.
Aquella imagen podría ser desdoblada en dos planos. El que incumbe a su estado personal donde las emociones , en demasiados momentos, parecieron desplazar a la racionalidad, el equilibrio y el sentido común que demanda siempre la conducción de un Gobierno. Ese desequilibrio, tal vez, ayude a explicar los recurrentes extravíos presidenciales a la hora de repasar la realidad.
El problema mayor no radicaría sólo en los desenfoques. Sus emociones destilanenojo excesivo , resentimiento con sus ocasionales adversarios (Hugo Moyano y Daniel Scioli, por citar los símbolos de esta hora) que sus vísceras procesan como enemigos auténticos. La Presidenta tiene un viejo problema irresuelto con el rencor . Se le dibujó en el rostro cuando juró que sería incapaz de responder algún agravio.
No es sorprendente que una mujer con ese perfil anímico haya cultivado tantas arbitrariedades, errores y autorreferencias a su desgracia personal en un mensaje que, tal vez, debió poseer otro tono y plantar otras seguridades . Entre varias, la de orientar hacia dónde pretende ir el Gobierno en este tiempo de dificultades políticas y apremios económicos.
El otro plano tiene que ver con la política estricta y no podría escindirse de su condición emocional. Sobresale como nunca, en estas circunstancias, que el Gobierno no dispone casi de usinas políticas que no dependan, de modo excluyente, de Cristina. No hay un equipo de gestión: está ella, Carlos Zannini, el secretario Legal y Técnico, y Guillermo Moreno, el supersecretario de Comercio. Las demás son estrellas fugaces en el firmamento kirchnerista, que brillan o se opacan repentinamente según la disposición presidencial.
El personalismo exacerbado conduce inevitablemente al encierro . Es lo que le viene sucediendo a Cristina desde que murió Néstor Kirchner. En el encierro se visualizarían con más facilidad los fantasmas, los enemigos y complotadores. Desde ese lugar hacia a una construcción autoriraria, no quedarían tantos pasos por dar.
La Presidenta, en su afán por cruzarlo a Moyano, se enredó en palabras y afirmaciones. El líder camionero, luego del paro salvaje con el cual dejó al borde de desabastecimiento de combustibles al país, armó su protesta de hoy en base al reclamo por mejoras en las asignaciones familiares y una baja del Impuestos a las Ganancias.
Cristina replicó que el “81% de los trabajadores registrados” en el país no paga esa carga. Eso implicaría, luego de una década de crecimiento y mejoras sociales, que el 81% de los trabajadores registrados ganaría hoy por debajo de $ 5.500, la base estimada en la escala salarial para eludir aquel impuesto.
Esa fotografía no estaría halagando a su modelo.
Tampoco se comprendió muy bien su esfuerzo por vincular los desmanes ocurridos en Chubut, donde un sector disidente de la UOCRA estragó el principal yacimiento petrolífero de la Argentina, con la movilización callejera de hoy. La UOCRA, por empezar, depende del dirigente Gerardo Martínez, que fue hasta no hace muchos meses su delfín para tumbar a Moyano de la conducción cegetista.
Cristina denunció, a propósito, un clima de violencia “desde algún sector político y gremial” . Si ese supuesto clima aludió a la histórica prepotencia de Moyano para actuar, cabría recordarle que el líder camionero le prestó servicios durante ocho años a ella y al ex presidente con métodos idénticos . Incitado, incluso, por el matrimonio. Hay cantidad de empresas extorsionadas que podrían ofrecer testimonio.
Aquella denuncia suya pareció encerrar, alguna intención de amedrentamiento. Tanto, que construyó un único relato con los incidentes en Chubut y los nueve gendarmes que murieron anteayer en un accidente de tránsito, luego de haber sido movilizados a la zona del conflicto en Cerro Dragón. Está muy bien que se haya consternado –decretó duelo nacional– por la muerte y el esfuerzo de los gendarmes. Pero, de la misma manera, podría interesarse por los policías que, casi cotidianamente, son borrados del mapa por las balas del delito. Pero de la inseguridad y de esos homicidios le desagradaría hablar.
La base de todo ( “evidentemente no hay brujas, pero que las hay, las hay” , aseguró) sería la creencia de Cristina y de su círculo ínfimo sobre la existencia de un plan conspirativo o destituyente. Una música que empezó a sonar durante el conflicto con el campo, en el 2008, y que fue reciclada en cada momento complicado del Gobierno.
La conspiración siempre ronda cuando al kirchnerismo o al cristinismo, en este caso, se le pretende trazar un límite. Hasta a la Corte Suprema le colgaron ese sayo mientras no se pronunció sobre aspectos controversiales de la ley de medios. Una expresión de verdadero paroxismo los envolvió en las últimas horas: hay quienes se encargaron en el universo K de ligar el paro de combustibles de Moyano y el viaje a Italia de Daniel Scioli con el juicio político grotesco que tumbó en Paraguay al presidente Fernando Lugo.
Desopilante.
No hay dudas de que Scioli está, definitivamente, bajo el fuego de la Presidenta. El gobernador de Buenos Aires y Moyano formarían parte del imaginado complot que, con extrema timidez, está expresando otra cosa: las tempranas tensiones en la geografía oficial por la sucesión que la Presidenta no tiene resuelta. La jugada con Amado Boudou naufragó. La reforma constitucional es una bandera de papel. Para Cristina misma –se advirtió en el acto de ayer– la continuidad se podría transformar en un calvario para su vida personal.
La Presidenta acusó a Scioli de ser un mal administrador. Más de la mitad de las provincias tienen sus cuentas en rojo. El ultracristinista Sergio Uribarri viene pagando en Entre Ríos los sueldos en forma desdoblada. El gobernador bonaerense espera la asistencia nacional para abonar los aguinaldos. Puede que haya malas administraciones.
Pero los crujidos que se escuchan son los del modelo económico que relata Cristina y que ejecuta Moreno.
Esas réplicas estremecen a las provincias.
¿Cuándo llegará el próximo embate sobre Scioli? ¿Cuándo caerá algún brazo de la Justicia sobre Moyano? Dependerá del arbitrio presidencial. Ayer los argentinos se enteraron que las fuerzas de seguridad no brindarán servicio en la movilización de hoy. Cristina pidió que, ante cualquier incidente, la Justicia procese a ella misma.
Ocurre cuando se confunde todo. Cuando, como definió Beatriz Sarlo, una persona fusiona su vida con el poder.

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