La inflación que el INDEC oculta salta en el costo de la construcción
21/06/11
PorALCADIO OÑA
En los ultimos doce meses levantar un edificio de 14 pisos, sin incluir el valor del terreno, ni IVA, honorarios o gastos financieros,aumentó un 23,3 % . Durante el mismo período, el índice de precios al consumidor regulado por Moreno apenas subió 9,7 % .
Hay más de lo mismo, en el indicador de la construcción, como el 25,3 % acumulado por los gastos generales. Y dentro de éstos sobresalen incrementos del 27,3 % en productos de cobre, plomo y estaño; el 22,6 % en sanitarios; un 20,6 % para la grifería; 18,5 % en pintura y 18 % en albañilería.
Vale una aclaración. Los gastos generales equivalen a casi la mitad de la variación del índice general de la construcción y son, por lo tanto, una muestra claramente representativa. Pero si hace falta agregar, también aparece la trepada de los servicios alquilados por las empresas –desde andamios hasta volquetes–, que osciló entre un 20 y un 42 %.
Cualquiera de esos números, o todos, dejan al descubierto las maniobras que se cometen con el costo de vida: no es posible, en la misma economía, que unos precios suban tanto y otros tan poco .
El organismo que dice 9,7 % en el índice al consumidor, canta 17,8 para el nivel general de la construcción. Sin embargo, ese 17,8 % pronto quedará corto, cuando sea incorporado a pleno el mayor costo de la mano de obra derivado de las últimas paritarias del gremio: el INDEC admite que lo hará por etapas.
En el muy improbable supuesto de que la larga mano de Moreno no los haya tocado, los propios datos del Gobierno revelan por qué la vivienda es inaccesible para los sectores medios y bajos . Encima, excluyen los altísimos gastos financieros. Aun cuando el informe oficial lo aclara, nada dice sobre el rango de las tasas de interés que sería necesario pagar por créditos hipotecarios que además no existen.
Contraste: frente a otras alternativas, como el dólar y los plazos fijos, invertir en ladrillos está a la orden del día entre las capas de altos recursos. Es una forma de preservar el valor de los ingresos que, a la vez, tira para arriba el precio de los departamentos .
Todo conduce al mismo punto: la inflación real que el INDEC no reconoce . O admite a medias, con el 17,8 % de la construcción.
Para colmo, el organismo pretende que el proceso inflacionario está en retroceso. Según su relato, la suba del índice de precios de los primeros cinco meses resultó inferior a la del mismo período de 2010: un 3,9 % contra el 5,1 %.
Es, en principio, un efecto estadístico, pues se compara un período durante el cual pesó fuerte el encarecimiento de los alimentos –notable en la carne– con otro en el que el golpe fue menor. Pero eso no significa que los alimentos sean hoy más baratos que a comienzos de 2010: simplemente, han subido menos.
Y lo que subió no bajó .
Algunos economistas reparan en cierto “amesetamiento” de la curva inflacionaria. Claro que se trataría de una meseta muy elevada : para los doce meses concluidos en abril, el promedio de los centros de estadísticas de siete provincias arroja un aumento del 22,7 %. Parecido al 23,5 % que miden las consultoras multadas por Moreno.
Los institutos privados no son necesariamente militantes anti K. Incluso hay quienes encomian el avance de la economía y varias decisiones del Gobierno. El punto es que a todos los une la crítica cerrada a los manejos del INDEC. Por eso, el secretario de Comercio Interior busca silenciarlos y el jefe de Gabinete, Aníbal Fernandez, quiere pegarlos a la oposición .
Pero aun quienes hablan de “amesetamiento” también advierten que continúa en ascenso la llamada inflación núcleo. Este es un indicador que elimina los aumentos estacionales provocados por la escasez de oferta, como por ejemplo los de frutas y verduras. Y por lo mismo, una medida apropiada sobre la tendencia inflacionaria: según varios especialistas, la inflación núcleo anda por 24 % anual .
Además, la subida de los precios en la Capital y el conurbano bonaerense, lo que en realidad registra la estadística del INDEC, sería mayor si no fuese por el virtual congelamiento de las tarifas de la luz, el gas y el transporte. El dólar virtualmente pisado también cuenta, aunque, tal cual se ve, no demasiado.
No sólo por su monto –$ 115.000 millones el año pasado, muchos más ahora–, los subsidios ya pintan para insostenibles. También es una cosa seria cómo son manejados: el 60 % pasa por empresas privadas y públicas y ONGs. O sea, más de la mitad del beneficio llega a la gente a través de intermediarios .
Inevitablemente, un sistema semejante es permeable a maniobras diversas,incluida la corrupción . Para muestra, el caso de Schoklender y la Fundación Madres de Plaza de Mayo.
Así, quienes validan sin vueltas el uso de subsidios para atender necesidades de sectores de bajos ingresos opinan que el sistema debe ser otro. Uno transparente, donde los recursos del Estado vayan directamente a las personas, disociados de cualquier forma de privatización .
El manejo discrecional del gasto público, la reindustrialización sólo limitada al relato oficial, el cuello de botella en el abastecimiento de energía, los 4 millones ocupados en negro y el proceso inflacionario que proyecta desajustes a lo largo de toda la economía son sólo algunos rasgos bien perceptibles de la gestión K. Le pertenecen y vale poco pretender hacer creer que si la oposición gana viene el ajuste, un fantasma agitado desde el Gobierno antes y durante la campaña electoral.
La posibilidad de barrer problema debajo de la alfombra empezó a agotarse. Y si en octubre le toca cantar victoria, será para ver qué hace el kirchnerismo con su propia herencia .
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